D o s . 💞

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Él corazón de Joel late con fuerza, al ver que, Erick habré la puerta de su habitación mientras el camina por el pasillo, para ir a la suya.

Siente como su estómago se comprime con fuerza cuando pasa por su lado, como si él no existiera: será complicado tratar de conquistarlo.

Gira la manija exterior de su cuarto, no sin antes darle un vistazo a la puerta de enfrente; la puerta del chico que tanto le gusta.

Se siente tan afortunado por tenerlo como vecino, pero se siente ridículo porque, a pesar de verlo todas las mañanas cuando van a almorzar, ni una sola vez se ha armado de valor para tan siquiera saludarlo.

Cierra lentamente para no causar mucho ruido, mientras observaba lo linda que se ve su caja.

Ha hecho un buen trabajo a la hora de forrarla, y aún mejor con el relleno: montones de cartas con dulces.

Toda su vida, desde que puede recordar, ha observado lo que hace Erick, al punto que sabe más sobre esa que persona, que de él mismo. No le gusta el caldo con verduras, pero ama comerce las zanahorias hervidas. No le gusta el té, prefiere el café aunque no pueda dormir por las noches. Y, duerme con un lindo conejo que mamá Martha le dió.

Sabe demasiado de él, sin tan siquiera haber intercambiado saludos.

Se sienta en su escrito a seguir anotando cosas que se ocurren sobre lo lindo que es, pero un momento ruido proveniente del patio no le permite continuar.

Abre su ventana, que da a dicho lugar. Siente como va a explotar ahí mismo, cuando ve como los niños mayores, golpean a Erick, quién está en el suelo sin nada que poder hacer.

La furia llena de calor su cuerpo, y de inmediato, corre fuera de ahí.


¡Odio San Valentín! ¡! TerminadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora