Q u i n c e . 💞

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Ayer olvido el postre antes de dormir, por eso es que ahora se escabulle por los pasillos para conseguirlo.

Son cerca de las siete de la mañana, y está seguro de que en la cocina ya está la comida para la siguiente hora: la hora del desayuno.

Los pasillos parecen más extensos en ese momento, el camino se le hace eterno.

—Mi turno es hoy, tarado— susurra Zabdiel cerca de él.

El rizado pegó un brinco al escucharlo.

—Claro, ya sabía, p-por eso venía— tartamudea viéndolo a los ojos.

—Supongamos que te creo— le da un sape antes de regresar por su pasillo.

Joel sigue su camino, hasta llegar a la cocina.

Tiene un dilema: por un lado, si no le lleva su pastel Erick va a enfadarse; por otro, si no cumple con las labores que había acordado hacer en el lugar del peliteñido, el y sus amigos van a lastimar a su novio.

Entra al sitio, recibiendo las miradas acusadoras de las cocineras.

—Buenos días— saluda colocándose un mandil de los que están colgados.

Ellas responden casi sin creerlo. Él les ha dicho que no le gusta estar en ese lugar, y ahora está parado justo ahí.

Saca platos de la alacena, y los lleva en montones de doce hasta el gran comedor.

Va acomodandolos uno a uno, alineados con cada silla.

Regresa y toma los cubiertos: cucharas para la sopa, tenedores para la ensalada y cuchillos para partir las milanesas.

Realiza el mismo recorrido, colocando un juego de cubiertos sobre una servilleta de papel, previamente puesta.

Vuelve a la cocina por vasos, que pone dentro de un canasto para poder transportarlos con facilidad.

Una vez que la mesa está completa y ya no falta nada por montar, pone su trapo donde estaba, y se despide de las señoritas.

Al girar para salir de ahí, se topa frente a frente con Julia.

—¿Qué haces acá tan temprano?— interroga mirándolo acusadoramente.

—Vine por un poco de pastel de chocolate— casi lo olvida, por eso iba.

—¿Crees que lo mereces? Después de como me trataste ayer, no tienes más privilegios—

—Usted sabe que solo hice lo correcto, Erick le cae mal, y por eso es que siempre descarga su ira contra él— levanta un poco el tono de su voz.

—Quiero que tomes lo que sea por lo que has venido, y salgas de aquí. En otro momento hablaremos de esto, no se puede quedar así— regresa a su silla, al frente de la mesa.

Joel obedece, toma una generosa parte de la tarta de chocolate que habían dado el día anterior, y se marcha, escondiendo en su pantalón deportivo dos cucharas.

Quiere ver la cara de emoción de su novio, cuando entre al sitio.

¡Odio San Valentín! ¡! TerminadaWhere stories live. Discover now