D i e c i n u e v e . 💞

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La puerta de Zabdiel recibe unos cuantos golpes desde afuera, y maldice a quien sea que es por interrumpir su descanso.

—¡¿Que mierda te pasa?!— reclama apenas abre la puerta, sin tan siquiera  ver a la persona.

—¿Estabas durmiendo?— cuestiona Richard más como regaño.

—¡Azúcar morena, viniste a verme!— exclama entusiasmado.

—Te he dicho cientos de veces que no me gusta que me llames así—

—Y yo te he dicho cientos de veces más, que yo no tengo la culpa que me recuerdes tanto al azúcar morena— muerde su propio labio, recargandose en el marco de su puerta.

Trae solo puesto el pantalón de su pijama, ya que ayer por la noche tenía bastante calor.

—¿Me dejaras pasar al menos?— bufa girando los ojos.

Se iría en ese momento, pero es más importante lo que tiene planeado.

—Claro— se mueve dándole espacio, y cierra una vez que ya ha entrado.

El lugar está hecho un desastre. Parece como si un tornado hubiera arrasado con el lugar.

—Y dime, mi amor, ¿Que te trae por acá? Hace tanto que no duermes conmigo, que creí que ya no me querías— sonríe en su dirección.

—Zabdiel, ya basta por favor— se agacha intentando ocultar su sonrojo, y claramente fracasa.

—¿Entonces?— camina hasta su lado.

Richard se sienta sobre la destendida cama y el rubio a su lado.

—Me han contado que, Joel y Erick, ya son novios—

—¿Qué?— susurra aturdido.

—Los vieron besarse en el pasillo— traga saliva ruidosamente, no es sencillo decirlo.

—¿Debemos hacerles una fiesta?— burla.

—Si no te importa mi plan, entonces no sé qué hago acá— bufa intentando levantarse, pero la mano en su cintura lo detiene.

—No te enfades, solo jugaba— lo devuelve a su sitio —Cuentame que tienes en mente—

—Pues, como sabemos que a Erick le dolería que le hiciéramos algo a su novio... Podríamos golpear un poco a Joel para que aprenda que con nosotros no se meta— se encoje de hombros con una sonrisa maliciosa brincado en su rostro.

—Eres muy inteligente, cariño— besa su mejilla.

—Tenemos que avisarle a Johann— susurra a escasos centímetros de su rostro.

—¿Justo ahora?— observa sus labios.

—Yo digo que si— respira irregularmente.

—Mejor...— agarra su mejilla.

—Zab— se levanta apresurado —Perdemos tiempo, levántate— abre la puerta saliendo de inmediato.

¡Odio San Valentín! ¡! TerminadaWhere stories live. Discover now