CAPITULO 35

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- Mala suerte, he preguntado primero -me dice él con esa voz tan seductor-.

Y sin más, nuestros labios se unen de nuevo. La sensación es increíble, lo necesitaba tanto. La tensión que había entre los dos me estaba matando cada minuto más.

Me coge de la cintura, mis manos suben de su clavícula a su cabeza. Gruñe al sentir como mis manos se entrelazan con sus cabellos haciendo que tenga más ganas de él. Separo nuestros labios durante un minuto, veo el fuego que inunda sus ojos y se que no es el completamente. Intenta volver a besarme pero lo paro.

- No -digo apoyando mi mano en su pecho- no eres tu.

Me hecho a un lado, me siento en la cama y él me sigue con la mirada. Tiene los sabios rojos y el pelo alborotado.

- ¿Y quien soy Elena? -me pregunta serio y seco-.

Levanto mi mirada hasta centrarla en la suya.

- Esa pregunta tendrás que responderte la tú mismo Daniel -digo-.

Seguidamente salgo de mi habitación, bajo las escaleras y no veo a Kate. En la cocina veo una nota de ella informándome que se a ido a casa de María, una amiga del instituto, y que volverá dentro de unas horas. La arranco del frigorífico y la tiro a la basura. Daniel aparece por el marco de la puerta.

- Elena, lo siento- me dice-.

Lo miro, sé que no está bien y que tampoco será fácil para él superar o afrontar lo que le esté pasando. Pero quiero ayudarlo.

- Tranquilo -digo sacando una pequeña sonrisa- Ahora has de irte.

Lo acompaño hasta la puerta, una vez allí nos despedimos con un abrazo y nada más. Algo está pasando y no me lo quiere decir. Así que cuando cierro la puerta empiezo a investigar sobre Carlos. Si se a metido en algún lío últimamente lo sabré dentro de poco. Solo encuentro que estuvo en la cárcel unas semanas por conducir alcohólico, y con diez gramos de cocaína. Sí, drogas. Cierro el portátil de una tirada con solo pensar que Daniel podría haberse metido en uno de estos líos. Mis padres aparecen por la puerta junto con Kate, disimulo todo lo que puedo para no parecer una loca y funciona.

Cenamos, mis padres nos cuentan lo que han estado haciendo y dónde han ido. Se ve que una gran empresa les a ofrecido un trabajo muy bueno y han ido a ver que tal, luego al centro comercial para comprar algunos regalos de navidad y que han ido a recoger mi coche del aparcamiento donde estaba. Hablan y hablan hasta que la comida desaparece de sus platos. Recogemos la mesa y cada uno se va a una parte diferente de la casa. Subo las escaleras hasta llegar a la puerta de mi habitación, la abro y entro. Todo está en su sitio, menos una cosa. El collar que me regaló, sé que lo a cogido porque estaba en la mesita y ahora está en la cama. Me acerco a él y me lo quedo mirando, es precioso de eso no cabe duda. Estiro el brazo para coger una caja de madera y guardarlo dentro.

Me pongo el pijama, pongo el móvil a cargar y cierro la luz. Unos dulces pensamientos aparecen en mi subconsciente haciendo que entre en otro mundo paralelo al real.

...

Son las tres y media de la mañana cuando mi móvil empieza a sonar, la cara de Jesús aparece en la pantalla. Al descolgar aparece la voz de Jesús.

- ¿Elena? -me pregunta él indeciso-.

Abro un poco los ojos, me a claro la voz y le contesto.

- Jesús son las tres y media de la mañana, ¿qué quieres? le pregunto recostándome en el cabezal de mi cama-.

- Mira no te llamaría si no fuera urgente pero necesito que vengas -me dice él-.

Mi cuerpo se tensa al saber eso.

- ¿Qué está pasando Jesús? -le pregunto más despierta que nunca-.

Un silencio inunda la fina linea que nos separa en este momento.

- Es Daniel, Elena -dice finalmente-. Te necesita.

El corazón se me para, no sé calcular bien cuento tiempo pero solo se que cuando vuelvo en mi ya no estoy hablando con Jesús por teléfono.

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Continuará...😰

SOLO ÉL PODRÁ ACABAR CONMIGO. [Daniel Oviedo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora