The Mariachi and The Cheater.

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El Mariachi y el Infiel.

—¡NO ME TOQUES! —le gritó Mabel a su novio mientras caminaban por el pasillo—, ¡NI TE ME ACERQUES!

—Pero... cuchurrumín, ¡te juro que no es lo que parece! —le respondió Xólotl siguiéndola intentando detenerla para poder hablar con ella y explicarle la situación.

Ambos habían terminado su clase de español y Mabel no podía más con las mentiras de su novio, de su amigo, de los chicos.

¡Todos los hombres eran iguales!

—¡No soy tu cuchurrumín! —soltó nuevamente sintiendo la ira crecer en ella—, no podría ser el cuchurrumín de alguien como tú, no eres quien yo creí que eras, eres un mentiroso.

—Preciosa —le dijo en una súplica—, yo sé que se ve mal, muy mal, pero no es lo que crees, en serio.

—No me quieras ver la cara Xólotl Alejandro Alfirk, sé lo que dijiste.

—No estoy diciendo que no lo dije preciosa —aclaró apenado, intentando no tropezarse con sus palabras—, quiero decir no es lo que parece...

—¿Hay o no alguien más? —cuestionó demandante.

—No exactamente, no puedo explicártelo —soltó frustrado—, no puedo hacerlo ahora, pero si me das un momento para hablar con Bill te lo podemos explicar todo —le respondió el de cabello oscuro haciendo un puchero, mientras seguía caminando detrás de la fúrica chica.

—¿Crees que te dejaré ponerte de acuerdo con Bill para que sigan con sus mentiras? —Mabel se detuvo volteándose para ver a su ¿novio? Y comenzó a empujarlo suavemente con el dedo, con clara molestia marcada en cada una de sus acciones—, ¡no puedo creer que te estoy pintando en mi clase de arte! ¡Voy a tener que destruir mi cuadro! ¡Después de esto no puedo ver el rostro de la traición en mis pinturas! ¡Ugh! —continuó dándose la vuelta para alejarse del chico.

Varias personas se habían detenido en los pasillos para ver la estruendosa pelea de los chicos, quienes veían su acalorada discusión sin entender muy bien qué pasaba, ¿no eran los que llevaban haciendo campaña para mejor pareja? ¿Qué había causado que la castaña se enojará así con el chico?

—Pero mi amor... —titubeó el chico con un puchero—, dijiste que era tu musa.

—¡Que mi amor ni que nada! ¡Ya no estoy haciendo arte abstracto, perro sucio! —le gritó la castaña—. No puedo creer que vi Glee contigo.

Mabel —llamó usando el nombre de su novia en vez de sus típicos apodos—, de verdad no estoy haciendo lo que crees que estoy haciendo.

Bill se acercó a sus amigos después de percatarse que el alboroto que lo había detenido era ocasionado por ellos, quienes seguían discutiendo, el rubio estaba bastante confundido, ¿qué estaba pasando? ¿Por qué la castaña se veía tan molesta?

—¿Todo bien, estrellita? —le preguntó el rubio preocupado.

—¿Y encima me mientes? ¿Sabes qué? ¡No me hables! —exigió la castaña, quien se volteó hacia el rubio al escuchar su apodo—. ¡Y tú menos! Debería darte vergüenza, Bill, te dejamos entrar en nuestro hogar con brazos abiertos para que le pagues así a mi hermano. No quiero verte cerca de Dipper o te juro que te usaré como saco de boxeo... ¡He entrenado box con mi tío por años así que no pruebes tu suerte! —le gritó la castaña y se giró nuevamente hacia el de cabello negro—. ¡Y tú, deja de seguirme o no responderé!

Sin decir nada más, la chica se fue aun echando humo por las orejas, refunfuñando acerca de cómo todos los hombres eran unos idiotas infieles, esta vez Xólotl decidió que lo mejor era dejarla alejarse.

The Mindscape. [Billdip]Where stories live. Discover now