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Pensé que la noche épica con Santi y Luqui el jueves sería suficiente para ayudarme a pasar el fin de semana. Estaba equivocado.

Inquieto, evité a Gabriel lo máximo posible durante el torneo de golf. Sabía integrarse bien, congraciando a potenciales clientes, así que tuve la libertad de hacer mi trabajo sin interrupciones. No era el mejor con una cámara, había una razón por la que generalmente hacía post producción y efectos, pero este tipo de eventos no era mucha ciencia. Había otro fotógrafo que seguía a los jugadores. Se suponía yo que sólo debía capturar la atmósfera -la gente socializando, los pájaros cantando, los carritos de golf yendo por las verdes y brillantes colinas- en serio, el césped era tan perfecto que parecía de plástico.

Me crucé con la mirada de Gabriel un par de veces. Incluso desde la distancia, podía sentir sus ojos en mí. El día se hizo eterno.

La cena fue tediosa y tortuosamente larga. Nadie esperaba que el camarógrafo estuviera demasiado bien vestido, así que fui con mi atuendo habitual para eventos de este estilo: una camisa negra con un estampado floral, un saco de traje negro, borcegos y unos jeans ajustados azul oscuro. No me había afeitado por unos días -tampoco me molestaba en hacerlo seguido. Gabriel, por otro lado, estaba impecable en un traje oscuro con un puto pañuelo en el bolsillo delantero. Era verde y brillante, al igual que sus ojos. Me miró de arriba abajo cuando entré en la habitación quince minutos tarde. Sus ojos se estrecharon, y apartó la mirada rápidamente. No pude identificar desde lejos si era por desaprobación o sólo incomodidad lo que hacía que sus labios se estiraran.

No pasaba nada entre nosotros que justifique mis crecientes sentimientos hacia él. Lujuria, sí. Y ego. Nada más que eso. No podría funcionar. Sin embargo, me di cuenta de que admiraba a Gabriel. Él era peligrosamente inteligente, delicado y, a veces, inesperadamente divertido -aunque no conmigo. Nunca conmigo. Tal vez por eso me llevó tanto tiempo verlo como algo más que un dolor de huevos demasiado atractivo. Cuando lo observé con otros durante la noche, me fascinó. Gabriel era encantador, sus sonrisas eran profesionales, pero de alguna manera... dulces. Pero cuando me acerqué demasiado, se tensó y escondió su lado más suave como un armadillo.

Yo parecía ser su excepción. Nunca sonreía cuando estaba conmigo.

Casi que esperaba que me siguiera cuando me escapé de la fiesta posterior a las once. Me vio irme, su cara carente de emociones, pero con un poco de tensión alrededor de su boca. Por supuesto, no vino tras mío. La decepción que sentí me tomó por sorpresa. Parecía que con cada encuentro, mi gusto por él crecía. No me gustaba ni un poco. No quería quererlo más de lo que ya lo hacía.

La habitación del hotel estaba demasiado calurosa. Después de jugar con los ajustes de aire acondicionado, me desnudé, me di una ducha y me puse unos boxers. Ignoré la gran pantalla plana en la pared y decidí tomar una bebida del minibar, masturbarme y dormir.

Terminé mi whisky y me sentía un poco patético. El primer álbum de Almendra sonaba mi teléfono, la calidad del sonido no era excelente, pero era mejor que el silencio. Pensé en la boca de Gabriel sobre mí mientras frotaba mi ingle a través de mis boxers a medio bajar. Estaba dejando el vaso vacío a un lado cuando escuché un golpe en la puerta.

"¿Renato?" Su voz fue amortiguada por la pesada puerta, pero por supuesto que lo reconocí. Gabriel vino tras mío después de todo. Salí de la cama y le abrí la puerta.

No me miró a los ojos. Caminó hacia la ventana y se quedó ahí. Cerré la puerta y esperé. Sus hombros se levantaban y se hundían mientras respiraba profundamente, de espaldas a mí.

"Yo..." comenzó. Y nada. Agarró su cuello y lo masajeó.

Estaba luchando, y no quería verlo así. No necesitaba decirme nada significativo. No quería que suplicara o que se disculpara. Lo entiendo. Él me deseaba, pero yo no encajaba en su vida prolija y perfecta. Estaba bien. Yo no necesitaba un novio. Quería un polvo. Eso era todo.

Dejate ser. [Quallicchio]Where stories live. Discover now