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En retrospectiva, era ingenuo de mi parte esperar algo distinto. Estar cerca de Gabriel en el trabajo siempre había sido un desafío; ahora, era una maldita tortura. Al final sólo acabé esa única vez anoche -ahora que podía tenerlo, no me alcanzaba. Lo que provocó que pase todo el viernes mordiéndome la lengua, mis bolas doliendo en mis pantalones y puteando al hermoso imbécil que me hacía desearlo.

Llevaba un saco azul marino sobre sus pantalones claros y una camisa blanca inmaculada. Parecía una maldito modelo de nuevo, y su paso calmado y profesional me hacía querer arrancarle los pantalones y darle una nalgueada en tremendo culo. Cuando pasó junto a mí en la cocina de la oficina, sus ojos brillando en mi dirección y sus labios sonrientes, lo agarré del brazo para traerlo más cerca.

"Te voy a coger hasta derretirte el cerebro esta noche. No vas a poder sentarte hasta el miércoles," siseé en su cara.

Sus pupilas crecieron mientras me miraba. Maldita sea, él estaba tan caliente como yo.

"Renato, soltame," dijo, lamiendo sus labios. No parecía que quisiera que lo dejara ir. "Tato..."

Solté su brazo e inhalé profundamente, tratando de calmarme. No se alejó. Su mirada se posó en mi boca. 

"La yuta madre, Gabriel," susurré.

"Esta noche," dijo, con el pecho agitado.

"Renato, Julián de la producción de Casanova llamó," dijo la voz de Agustina detrás de mí.

Gabriel se dio la vuelta y salió de la cocina. Me giré hacia ella.

Hizo una pausa, mirándome confundida, y luego a Gabriel yéndose.

Me encogí de hombros inocentemente.

"¿Qué le hiciste?" Preguntó en voz baja. "¿Discutías con el jefe de nuevo?"

"Es un dolor de huevos," le dije. Al menos era la verdad.

Ella frunció los labios y negó con la cabeza.

"De verdad no le caés bien , ¿no?"

Sonreí. "No." Ah, pero le gustaba. Le gustaba mucho. Especialmente mi pija en su culo apretado.

"Bueno, Julián me dejó sus disculpas, pero necesitamos reemplazar algunos nombres en los créditos. Ya te mandé la lista por mail. Tenemos que enviar el nuevo archivo esta noche. Perdón."

Puse los ojos en blanco. El proyecto de Casanova era interminable.

"Está bien, sólo dejame terminar mi café y lo modifico."

A las cuatro, mi celular sonó con un mensaje de Gabriel: Tengo ganas de terminar temprano. ¿Cuándo podés salir?

Yo: Tengo que dejar la bici en casa y cambiarme. ¿Me pasás a buscar por casa a las siete?

Él: Mandame a la dirección.

***

Llegué a casa a las seis y media -maldito Casanova- y me encontré a mi vieja en el living.

"¡Tato!" Se levantó de un salto y me abrazó.

"¿Ya estás en casa?" Exclamó.

"¿Por qué mierda te sorprendés?" Le pregunté, exasperado. "Es mi departamento."

Se veía avergonzada. "Perdón, amor. Te llamé, pero no contestaste."

"Estaba ocupado en el trabajo. Necesitaba terminar algo. ¿Qué estás haciendo acá?"

Se sentó en mi sillón y suspiró. Con una ceja en alto, cruzó los brazos sobre su pecho. "Espero que no arreglado para verte con alguien acá o algo así porque necesito quedarme hasta el lunes." 

Dejate ser. [Quallicchio]Where stories live. Discover now