capitulo 3

97.3K 5.9K 1.5K
                                    

DAMON

No me gusta ese lugar. No me gusta esa chica que pretende saber todo. No me gusta sentir que dependo de esas personas. Quiero subir a un maldito autobús, a un barco o a un avión y huir a cualquier otra parte del planeta donde no tenga que lidiar con todo esto.

Tras ver a Keira marcharse, me doy cuenta que no alcancé a decirle que no pienso regresar a las reuniones. Buscaré como zafarme de la cárcel, pero volver ahí, jamás. Cuando observo la palma de mi mano, noto que escribió su número de teléfono.

¿Por qué cree que voy a pedirle ayuda o contarle mis problemas? Yo sé cómo resolverlos.

Paso el resto del día en la calle. Debería tener un trabajo, pero en mi condición y con los antecedentes que cargo, es difícil que quieran darme un maldito puesto. Al atardecer, voy a la construcción abandonada del que solía ser mi barrio, en busca de algo de heroína. Me duele todo el cuerpo –después de que casi me matan- y colocarme es el remedio más efectivo que conozco.

—¿Qué pasa, Damon? Pensé que estabas en el negocio —curiosea el vendedor.

—Pasaron algunos problemas. Quedé fuera —explico, mientras le extiendo el billete para que me dé la sustancia.

—Escuché que tenías muchos clientes y de los buenos.

—Puros niños ricosؙ —resumo—. El teléfono todavía me suena.

—¿No quieres compartirme alguno? —insinúa con algo de gracia. Al instante, la idea resulta agradable. Sacaría provecho de ello y, además, me vengaría de mi anterior jefe.

—Tal vez podríamos negociar —propongo—. El sector que tenía es muy fuerte. Los fines de semana ganaba más del promedio.

—¿Cuál es tu idea?

—Yo te doy clientes, tu vendes, y nos dividimos las ganancias.

—20 para ti, 80 para mí —sugiere. Está loco si cree que voy a conformarme con un veinte.

—50 y 50— hago mi oferta.

—No olvides que yo pongo la mercadería, hombre. 25 y 75.

—Y yo te garantizo que vas a aumentar tus ganancias —retruco—. Que sean 40 y 60, o nada —doy un ultimátum.

—Bien. Hay acuerdo —extiende la mano y me da un apretón, sellando el trato.

Luego, le explico sobre mi antiguo trabajo: la zona que recorría y las fiestas donde me esperaban ansiosos para comprar. Sé que mi anterior jefe no está yendo, porque desde que la policía nos atrapó a Ethan y a mí, decidió no exponerse por un tiempo.

Después de pasarle datos, quedamos en que buscaré el dinero recaudado la próxima semana.

♡♡♡♡♡♡

No tengo idea de qué hora es. El teléfono se apagó, pero no me preocupa. Cada paso que doy se siente como estar flotando y por más extraño que suene, los golpes no me duelen ni siquiera un poco. Ese es mi efecto favorito: sentir que estoy volando, que llegando a lo más alto y libre de preocupaciones.

Toco la puerta del apartamento de Liam unas diez veces porque el desgraciado no aparece. Finalmente escucho algunos ruidos y después lo veo asomarse.

—Cambia esa cara. Te ves como si hubieras visto un fantasma. ¿Me dejas entrar o qué? —él se interpone.

—No puedo dejar que te sigas quedando.

—¿Qué?

—Es mi primo. Descubrió que te quedabas aquí y está furioso contigo. Si vuelve y te ve, quién sabe, quizá nos mata a los dos.

Dulce castigo [En físico con Editorial Vanadis]Onde histórias criam vida. Descubra agora