capitulo 32

52.2K 4.7K 806
                                    

KEIRA

—Rubia —murmura Jonathan con una sonrisa repleta de malicia—. Ya me parecía raro no verte por aquí. ¿Le dices al cobarde de tu novio que baje? —el hombre se mueve, resalta entre el grupo y luego se aproxima hasta donde estoy.

—Déjalo en paz —le sostengo la mirada demostrándole que no me causa miedo. Todavía tengo restos de adrenalina esparcidas en mi interior después del altercado con Killian—. Damon está fuera.

—Eres muy linda —dice, alcanza a tocar un mechón de mi cabello y me remuevo hacia atrás. Escucho la puerta del auto cerrarse, Jace baja—. Y pareces muy inteligente, así que lo diré una vez: soy yo el que pone las reglas —expresa con firmeza—. Esto no es un juego al que pueden entrar o salir cuando se les plazca. Una vez dentro, yo decido si se acaba o no. Así que haz que tu novio baje de una maldita vez o será peor.

—¿Qué está pasando, Keira? —Jace se acerca sin comprender absolutamente nada—. ¿Tengo que llamar a la policía?

—¿Quieres que te meta un tiro? —le responde Jonathan.

—No. Nada de policía —me dirijo al rubio, lamentando que este ahí, exponiéndose a cualquier peligro—. Ya casi tenemos el dinero. Le daremos incluso más de lo que pide —trato de garantizar que lo haremos, aunque por su expresión aquella idea no le simpatiza nada. 

Está a punto de responder, cuando Damon aparece atravesando la salida y caminando apresurado hacia nosotros.

—Vaya, aquí estás. Mira que coincidencia, venía justo a visitarte cuando me topé con tu chica —habla con tanto cinismo que me eriza la piel—. Está bien. Traes a tus amigos, yo traigo a los míos —se gira un poco para hacer una seña al resto de los sujetos, que se acercan para respaldarlo.

En total son cuatro.

Damon se coloca por delante y me quedo cerca, buscando su mano que de inmediato entrelazo con la mía y él corresponde.

—Jonathan, esto es inútil. Ya no te sirvo. ¿Ves cómo tengo el brazo? No puedo hacer mucho —le explica Damon. Puedo darme cuenta que está conteniendo la furia para que la disputa no llegue lejos—. Lárgate ¿quieres? Te daré el dinero en cuanto lo tenga, pero ahora simplemente lárgate de aquí —se le aproxima de manera amenazante, hecho que me asusta, porque está herido y enfrentarse a alguien así sería en vano.

—Mírate. Eres gracioso. Comportándote como si tuvieras el control —se burla—. ¿Sabes qué? Cambio de planes —pronuncia, dándole un empujón que deshace el agarre de nuestras manos y envía a Damon directamente al suelo, con tanta mala suerte, que cae sobre su brazo golpeado. Me dispongo a reclinarme para ayudarlo, cuando alguien me sostiene los brazos por detrás, obligándome a retomar la postura—. Nos llevamos a la chica.

Aquel dictamen me provoca un pequeño mareo, siento mis piernas flaquear y me lleva un gran esfuerzo mantenerme en pie. Jace quiere ayudarme, pero uno de los tipos que acompaña a Jonathan le proporciona un golpe dejándolo sin aire por unos cuantos segundos.

—Quédate quieta si no quieres que les meta un tiro a tus amigos —pronuncia amenazante. 

De manera automática, mi cerebro envía señales hacia todo mi cuerpo, haciendo que cada una de mis partículas permanezcan fijas.

Envueltos en el conflicto, puedo ver con claridad que somos tres jóvenes –bastante inexpertos- enfrentando a unos profesionales del narcotráfico. La suerte venía acompañándonos de un modo que nos hizo confiar que podríamos vencer cualquier obstáculo, pero nos abandonó en el peor momento. Ahora es como si cada una de las consecuencias estuvieran cobrando efecto.

Dulce castigo [En físico con Editorial Vanadis]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora