14- Me perteneces

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Sábado por la mañana, Matteo y Liv tienen un día de hermanos y salieron juntos, tuve que llevarlos, por lo que me perdí la primera comida del día

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Sábado por la mañana, Matteo y Liv tienen un día de hermanos y salieron juntos, tuve que llevarlos, por lo que me perdí la primera comida del día. La casa está vacía, Dante y Emma están en el jardín jugando fútbol, puedo escuchar sus risas desde la sala.

Me decido a ir a la cocina por un desayuno rápido, son más de las once, pero aún falta para el almuerzo y no aguantaré el hambre.

Tomo un yogurt integral de la heladera y algunas galletas, eso será suficiente. Me siento en la barra de la cocina a observarlos jugar á través de la ventana, se llevan muy bien, no puedo negar que me da un poco de envidia lo rápido que logró conectar con todos ellos, yo llevo aquí toda la vida, y ninguno de los tres comparte nada conmigo.

En determinado momento ella ve que los estoy viendo, le dice algo a Dante y camina dentro de la casa exactamente a donde estoy yo.

Se sienta frente a mí y toma una galleta de mi plato, había puesto cuatro y ya me comí una, así que solo quedan dos.

—¿Usas un plato para poner tres galletas? Cómo se nota que no tienes que lavarlo...

—¿Dónde se supone que las ponga? —interrogo ante su curioso planteo.

—En tu manita, tienes dos y sirven para agarrar cosas y eso...

Ignoro su ironía, no le voy a enseñar modales y me parece algo estúpido por lo que discutir.

—Lo tendré en cuenta —respondo con una sonrisita poco real.

Ella deja pasar el tema y se centra en lo que vino a decir.

—Dante va a hablar contigo ahora, sobre lo que está pasando con él —Le da una mordida a la galleta y agrega—: Está esperándote afuera.

Hago un ademán para levantarme, pero ella me detiene.

—Estuve pensando mucho sobre esto, él debería ser el encargado de decírtelo, pero teniendo en cuenta que tu reacción en este momento va a marcarlo de por vida voy a decírtelo yo para que estés preparado, y luego tú fingirás que no lo sabías —habla un poco acelerada y manteniendo la voz baja.

—De acuerdo —digo, y me tomo un trago.

—Dante es gay.

Su voz suena demasiado baja, pero escucho muy claro lo que dice.

El yogurt elige el conducto equivocado, escupo todo lo que tengo en la boca pero de todas formas me atoro. Levanto mis brazos tosiendo exageradamente mientras ella golpea mi espalda.

—Estoy bien —digo por fin, con mis ojos húmedos por la falta de aire.

—Menos mal que decidí decírtelo —susurra meneando la cabeza.

Me mantengo en silencio, intentando procesar la información que acabo de recibir.

Dante nunca salió con ninguna chica, yo lo atribuía a que es pequeño pero la realidad es que tanto yo como Matteo a su edad no pensábamos en otra cosa.

Tontas promesasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora