Capítulo 22.

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POV CAMILA

-Creo que ahora es nuestro turno.-Susurro Lauren en mi oído apenas salí de la cocina.

Ella estaba sentada en el sofá, mientras Sean estaba muy concentrado jugando tenis en el Wii. En cuanto se dio cuenta de que estábamos ahí dejo el mando de la consola en la mesa de centro. Me dedico una sonrisa de oreja a oreja y me abrazó, apartándome de Lauren.

-Siempre he querido tener una sobrina. Y debido a lo amargado que es mi hermano, pensé que no iba a existir una mujer lo suficientemente valiente como para tener algo más con él que un acostó de una sola noche. Sin ofender, hermano.-Dijo esto ultimo sonriéndole burlonamente a Alejandro.

-Como sea, ellas realmente no quieren pasar tiempo contigo, Sean.-Dijo Alejandro sentándose en el enorme sofá negro de la sala.-Dudo que alguien quiera.

-Eso es bullying, Alejandro. Le voy a decir a mamá.-Alejandro viró los ojos y lo ignoro.

Lauren volvió a posar su mano sobre mi cintura, atrayéndome más a su cuerpo. Aún teníamos cosas que hablar ella y yo, a solas. Entrelace mis dedos con los de ella y le di un fuerte apretón.

-Gracias por traernos, Alejandro. Tenemos que irnos.-Dije.

-De acuerdo.-Se levantó del sofá dejando el periódico que tenia en la mesa de centro.-Vamos.

Salimos de su mansión, llamó al hombre gigante que iba vestido de negro, solo con una seña con la mano. Le indicó que nos debía llevar de vuelta a la escuela a mí y a Lauren, para que recogiéramos nuestro auto y se asegurará de que llegamos sanas y salvas a nuestro departamento.

El musculoso hombre asintió con la cabeza y abrió la puerta del Ranger Rover negro, permitiéndonos entrar. Manejaba a una velocidad prudente, ni muy lento como una abuela, ni tan rápido como Alejandro.

Esta vez me dio tiempo de memorizar y apreciar el camino, estaba muy alejado de la ciudad. Ahora entiendo porque tomamos una de las carreteras. Estábamos tan lejos, que podía oler el olor a mar que probablemente estaba a pocos kilómetros de donde estábamos.

A Alejandro aun le faltaba contarme a que se había referido con la "verdad completa" ya que aún no lo había hecho. Y la curiosidad me estaba matando, porque tenía muchísimas versiones que creaba antes de irme a la cama durante estos últimos días.

-Estamos aquí, estamos en casa. Nuestra casa.-Susurró Lauren en mi oido.

{...}

Realmente estaba fuera de forma.

Me di cuenta de eso cuando terminé exhausta después de haber dado la quitan vuelta alrededor del campo de Softball. Bueno, en realidad fueron solo tres. Las otras dos comencé a caminar y movida los brazos para que el profesor pensara que estaba corriendo, cosa que hacía en cada clase.

Me arrepentí totalmente de no haber seguido a Dinah a las inscripciones al club de animadoras. A pesar de que la molestaba todo el tiempo diciendo que dar piruetas en el aire no era un verdadero deporte.-Aunque pensaba todo lo contrario, ya que yo ni en un millón de años iba a poder hacer eso.-Seguro era menos agotador de correr con los rayos de sol en tu cara.

Lauren me dedico una sonrisa de oreja a oreja, cada vez que se encontraba con mi mirada, mientras hacia abdominales en el campo de Softball.

Le había prometido no ocultarle nada, por más malo y bueno que sea, tenía que decirle. Y realmente ella tenia razón. No sé cómo me sentiría si ella aun siguiese viéndose con una de sus ex, pero estoy segura que no me gustaría para nada.

Margot era un capitulo que tenía que cerrar, porque aunque duela no podía seguir siendo su amiga y estando con Lauren al mismo tiempo. No cuando ella aún tenía sentimientos por mi que yo no podía corresponder.

No cuando antes mi mejor amiga era Lauren y Margot mi novia y la situación era ahora al inverso. Lauren era mi novia y Margot había estando postulando al puesto de mejor amiga. No iba a funcionar cuando Dinah ocupaba ese lugar.

-¡Jauregui, deja de mirar a tu chica o correrás diez vueltas más hoy!.-Le gritó el entrenador, haciendo que todo el equipo de Sotfball estallar en risas.

-Si yo tuviera una novia así tampoco la dejaría de mirar entrenador.-Comentó Veronica.

Me reí y le di un sorbo largo a mi botella de agua, tratando de controlar la reseques en mi garganta que ardía como una perra. Recogí mi bolso del suelo y estaba a punto de irme a los vestidores cuando Elena se detuvo enfrente de mi en la única puerta de entrada a los vestidores de damas.

-¿Qué quieres?.-Pregunté directamente.

-¿Las perras ya no sabes saludar? ¿Tu mami no te enseño eso?

Estaba a punto de perder el control, tan cerca de rebajarme a su nivel y empezar a tirar de sus cabellos. Pero respiré. Lentamente. Unas tres veces antes de volver a hablar.

-Muévete de mi camino, Elena. Tengo mejores cosas que hacer que conversar contigo.

-Me imagino, atender a uno de tus clientes es uno, ¿Verdad? Él hombre rico que vino ayer a la escuela, vi como te subías a su auto. ¿Un cliente bueno?

-Dímelo tú. Tú estas en ese negocio. Yo no.

Ella se río, con su estúpida risa que solo hace que el que la escuchase deseara no volver a escucharla nunca. Se acercó mas a mí. Éramos exactamente del mismo tamaño, así que verla directamente a los ojos y retarla con la mirada no era un problema.

-Vas a pagar muy caro, Cabello. Nadie se mete conmigo. Te voy a dar donde mas te duele, lo de tu madre ha sido solo un comienzo.

-¿A si? Yo también he escuchado muchas cosas acerca de ti, Elena. ¿Dónde esta tu padre? Si lo sigues viendo, claro. ¿Te ha llamado por lo menos? Después que descubriste que tu madre era la otra y que tu padre tenia una familia formada en otro lugar.

-Púdrete.-Masculló.

-Ambas podemos jugar el mismo juego.

-Hija de puta...

-Tu madre no era una santa tampoco...

La palma de su mano golpeo fuertemente mi mejilla inesperadamente, porque no esperaba que perdiera el control tan raudamente. Sabía que una pelea entre mujeres era bajísimo, pero no iba a dejar que me pegue y que se saliera con la suya. No me importa mantener el control, la perra me había dado una cachetada. Se la iba a devolver, mil veces peor.

Mi puño iba a tocar su cara cuando unos brazos me atraparon, subiéndome en su espalda.

¿Qué demonios?

-Bájame, Lauren. Le voy a enseñar como se da un verdadero golpe, te juro que lo voy a hacer.

No me había dado cuenta que todo el equipo de Softball nos estaba rodeando. También pude ver la sonrisa triunfante en el rostro de Elena. Argh, solo quería que Lauren me bajara y me dejara darle lo que se merece.

-Ella me pegó.-Renegué.

-Lo sé. Pero no voy a dejar que te metas en una maldita pelea de gatas, ella es la perra aquí. Tú no. ¿De acuerdo? Ahora deja de darme golpes en la espalda y tranquilízate. Ella no merece nada de tu tiempo, Camz.

-Estoy segura que valgo la pena, Jauregui. Puedo enseñártelo.-Dijo ella con su estúpida voz chillona.

Tuvo la cara de decirlo enfrenten mío, justo cuando me estaba calmando.

Pero Lauren ni siquiera se molesto en responder, se estaba dedicando a depositar delicados besos en mi cuello, sabiendo que eso era más que suficiente para distraerme.

.Eso es para lo único que sirves, Elena. Para la cama. Para nada más.-Dijo Hayley, una de las chicas del equipo.

Había perdido a su novia por enredarse con ella hace unos meses, ella estaba ebria y aprovecho esa desventaja en ella y se le tiro encima semidesnuda. Las fotos salieron solas y una donde ella salía aparentemente desnuda a ahorcajas sobre ella, besándola por todo el cuerpo, no era algo muy bonito.

Elena gruñó y soltó un amargo bufido.

-Solo espera, Cabello. Ya verás.-Amenazó antes de desaparecer por la puerta de salida. 

Promises of love. (Segunda parte de Lies network)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora