Día Ocho

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Cada momento que pasamos juntos ah quedado grabado en mi memoria. Nunca olvide un solo instante de nuestra primera cita

•••

Magnus se había mirado en el espejo un millón de veces indudablemente nervioso, temía que ah Alec no le pareciera perfecto, incluso lindo le bastaba.

Tenia este nuevo sentimiento, esta necesidad de agradarle para lograr cautivarlo. No sabía porque. Magnus jamás creyó ver ah un hombre tan alfa, tan sexy, tan animal.

Jamás quiso nada. No está hoy.

El plan fue simple cena, caminata ah la luz de la luna, tomarse de la mano quizás. No deseaba abrumar al hombre tan pronto, debía ser precavido ante cada movimiento si de verdad anhelaba algo más allá.

Pero todo fue un desastre de principio ah fin.

Alec había manchado su perfecta camisa blanca con vino, en la cena uno de sus ex era camarero y más de una vez expresó su odio hacia él. Alec lo había golpeado... fuerte, justo en su ojo derecho. Se detuvieron en un parque más tarde en donde intentaron robarles y escucharon ah unos espantosos artista.

No había sido tan mala, ¡no!, en definitiva fue mala. Pero...

Se quedó.

El Lightwood se quedó con el moreno aún así. Le regalo los mejores 10 años de su vida y aunque él ubiera añorado más tiempo lo aceptaba. Permitió el rechazo del mayor por amor. Pudo haberse negado, pudo decirle que esperaban otro bebé pero si lo mantenía atado iba ah odiarlo. Alec lo odiaría.

Eso era algo que no podía permitir, sin importar sus sentimientos quería feliz ah su esposo, no importaba lo lastimado que terminará, Alexander Lightwood era una de sus prioridades lo amaba por sobre todas las cosas.

- Odio este lugar - hace una mueca pero aun así ríe

- Nunca creí tener una cita tan mala - Magnus trata de no mirarlo

- Valió cada segundo - apenas fue un murmuró pero logró oírlo

- Todo lo que hice por ti, también lo hice por mi - estaban cara ah cara, sus manos permanecían en puño tratando de no atacarlo, solo quería tiempo - porque me hacía feliz verte feliz -

Alzó su mano acariciando la fría mejilla del ojiazul, sus mirabas en una agradable conexión apesar de la tristeza entre ellas.

Pensó, pero no se como el divorcio te hace feliz.

- Te amo - no le importaba nada en ese instante - nunca debes dudarlo.

Alec estuvo tan cerca de decirle que lo sabía, que comenzaba ah quererlo una vez más.

Planes de divorcio - MalecWhere stories live. Discover now