Día Once

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Rompe mi corazón. Rompelo mil veces si quieres. De todos modos, solo era tuyo

•••

De un día para otro parecía distante. ya no preguntaba como estaba, como había ido su día, si necesitaba algo oh estaba preocupado. Ya no lo miraba, no ah él. Sus dedos no parecían apartarse de su celular, su sonrisa cada vez era más brillante... no lo escuchaba cuando le hablaba, ya no lo tocaba, ya no lo besaba... ya no tomaba su mano, ya no era como antes.

Alec tomo su distancia. Su indiferencia no pasaba desapercibida.

Magnus beso la frente de Máx una vez que pasaron la puerta. Susan, la niñera, les sonrió ah ambos despidiéndose con un saludo de manos al verlos alejarse.

Odiaba dejarlo pero él siempre dejo en claro que detestaba la violencia, Máx era el niño más dulce y comprensivo del mundo y Magnus no podría perdonarse matar esa parte de él obligandolo ah asistir.

Rafael tomo asiento junto ah su padre en el gran auto color negro ajustando su cinturón después del moreno, Bane coloco las manos en el volante tras incrustar las llaves en la pequeña cerradura del tablero.

- Listo para el karate - le sonrió

- Si - festeja - me hace muy feliz qué me lleves papi, papá siempre lo hace pero me emociona verte ahí, conmigo -

- Lo se - dice sin apartar su vista del camino - siento estar tan ocupado -

Ninguno dijo nada después de aquello, el dojo no estaba muy lejos, pero después del entrenamiento debía ir con Alec, era el día número once... Solo tenía dos intentos más, deseaba qué valieran la pena.

El niño bajo apresuradamente del auto corriendo ah la entrada, abrazo ah su padre una vez que este logro seguirle el paso para así empezar con el calentamiento que necesitaba. Estiró manos y piernas, movió sus caderas de un lado ah otro antes que la cabeza dejando que otros chicos ayudarán ah alargar su cuerpo.

Magnus río cuando lo vio caer, no lo había hecho en meses.

- Hola - sintió una sombra detrás de él - debes ser Magnus - Basto un segundo para dejar caer aquella sonrisa.

Miro sus profundos ojos azules, su rostro alargado pero bien definido, su fuerte mandíbula y sonrisa de comercial, él era grande, no como Alec, nadie podía hacerle competencia pero lo era más que Magnus. Sus brazos tenían una gran circunferencia y los músculos de sus piernas parecían tener músculos, era ancho y largo al mismo tiempo, lo conocía, él sabia que lo conocía, aun lo recordaba.

Era un día soleado, el moreno amaba los días soleados.

Toda la familia había ido de picnic ah central park por el cumpleaños de su perro, Máx y Rafa no podían soportar tener un cumpleaños cada año y aquel gran amigo peludo no. Aunque estaba un poco viejo y enfermo los gemelos parecían amarlo más que cualquier otra cosa y sus padres amaban verlos felices no pudieron decirles alguna negativa, ni siquiera ah la primera oportunidad. Era viernes, era un día soleado y Otis el perro, necesitaba salir el día de su cumpleaños.

Alec jugaba junto al trío con un frisbee naranja que adquirio el día anterior, el adulto más joven los observaba ah una distancia prudente escuchándolos reír con una inmensa satisfacción en el aire. Era un hermoso recuerdo, un momento asombroso.

Luego, su esposo había lanzado esa cosa muy lejos, un perro tan grande como un poni había capturado el juguete con su fuerte mandíbula y comenzó ah acercarse junto al hombre que venía tirando de su correa.

Planes de divorcio - MalecDonde viven las historias. Descúbrelo ahora