Me levanto de la cama nada más sonar el despertador, hoy la cama no está tan cálida como de costumbre. Han llamado unas cuatro veces de mi empleo para que vaya a recoger mis cosas de hoy a mañana o las tiraran a la basura. Es una curiosa forma de informarme de que no pasee más mi culo por el edificio, así que me preparo y voy directa hacia mi antigua oficina, me despido de algunos compañeros que, la verdad, no me importan nada y no les importo nada, recojo mis cosas y me voy.
Conduciendo hasta casa paso por la tiendita de la esquina a la que fui ayer y, aunque no me falta nada, decido entrar.
Me encanta el perfume a lavanda que inunda mis fosas nasales nada más entrar al establecimiento.
Voy directa al mostrador , donde está ella.
-Hola buenos días ¿desea algo?- Me interroga con una sonrisa encantadora.
-Si, invitarte a un café- respondo. Ella se muestra sorprendida. Me inspecciona de arriba a abajo y me mira a los ojos.
-Mi turno acaba en cinco minutos, pero no me gusta el café, prefiero el chocolate- señala con una sonrisa de lado.