Capítulo 10; Sakura Haruno II.

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El fin de semana había volado a los ojos de Sasuke y Naruto, quienes ahora se estaban dando una relajante ducha juntos llena de burbujas y caricias, para empezar su semana con una buena actitud. Ambos salieron después de bañarse, se vistieron y fueron a la cocina para preparar juntos su desayuno. Una vez que terminaron de hacer esto cada uno se fue hacia su trabajo, ignorando la tormenta que parecía cernirse sobre ambos.

—Que te vaya bien, dobe. 

—Igual a ti, teme —le dio un beso en los labios, y se subió a su auto—. Por cierto, ¡esta noche te toca cocinar a ti! Quiero ramen. 

—¿Cuándo no? —Bufó, riendo. El rubio sólo sacó su mano por la ventana del auto para despedirse antes de arrancar, el pelinegro negó con una sonrisa y caminó hasta su auto. Luego de quedarse en el asiento del piloto por unos minutos mientras atendía una llamada importante de uno de sus socios en Europa, por fin encendió el auto para ir hacia la Sharingan Enterprises.

Cuando Naruto llegó a su trabajo habló un poco con Iruka, quien le felicitó por el éxito que tuvo la inauguración de su galería, éste le agradeció y fue hacia su salón. Había llegado más temprano de lo usual por lo que se sentó en su escritorio luego de escribir en la pizarra el tema del día de hoy "La familia", y sacó su Laptop para teclear un par de cosas. Su teléfono sonó.

—Nee Teme, ¿pasa algo? —preguntó algo nervioso. ¿Y si le había oído vomitar en la madrugada?

—Naru. Tu padre y yo tenemos una reunión ahora en la tarde, supuse que como vicepresidente ya deberías estar enterado, pero quería saber si tú podrías llevar a Daisuke a casa de mis padres hoy. ¿Haru sigue enferma? —preguntó. 

—No lo sé, voy a hablar con Dei-chan —dijo—. En todo caso, tú no te preocupes por Dai. Yo lo llevo.

—Gracias, amor. 

—De nada —canturreó—. Él también es mi sobrino-ttebayo. 

Escuchó la risa de Sasuke a través del teléfono y sonrió. Amaba aquella risa. 

—Hey, espero que no haya más gente cerca, sabes que tu risa es mía-ttebayo.

—Tranquilo, sólo me escuchaste tú —fingió susurrar—, bien Naru. Hoy tendré un día largo y tendido, nos vemos en la noche. 

—Eso, eso. Quiero mi ramen, Sasuke-teme. 

—Tendrás mucho más que ramen, Naru —aseguró, antes de colgar. Naruto sólo se sonrojó hasta las orejas y masculló un par de improperios al tonto hombre con el que se había casado. ¡Es que era un cabezota! Luego de aquella llamada decidió aprovechar su tiempo correctamente, por lo que se puso a trabajar un poco. Lo que decía Sasuke era cierto, los días de ahora en adelante serían pesados, tiempos oscuros se avecinaban. 

Adelantó un poco los informes que debía entregarle a su padre sobre la empresa hasta que una persona entró en el salón, miró su reloj y vio que aún faltan veinte minutos para su primera clase y levantó la mirada. Una niña de nueve años se le quedó mirando, al instante la reconoció.

—Buenos días, Sarada-chan. ¿Qué te trae por aquí a estas horas? —la saludó con un tono dulzón, mientras la miraba por encima de la laptop, la chica descargó su mochila en un asiento cercano y se sentó en el contiguo a este, y entonces le miró.

—Buenos días, profesor —saludó, con un ademán de mano y una sonrisa más falsa que las que usaba Sai de joven, pensó. Había algo en esa niña que le daba cierta sensación de inseguridad, pero a lo mejor solo estaba alucinando. Con todo esto de sus nuevos cuidados para tener un hijo se había vuelto mucho más sensible, pues nunca había pensado en él como un doncel doncel, siempre había sido muy amachado, pero bueno, a Sasuke nunca le había parecido algo malo así que qué más da—. Mi madre ha venido a dejarme más temprano, y el primer salón al que debo ingresar aún está cerrado. ¿Le molesta que me quede aquí hasta que empiecen las clases?

El hijo de un abogado |SasuNaru|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora