Capítulo Final; Hagámoslo.

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Sora era un niño bastante tranquilo, casi nunca ponía mucho trabajo y solía ser muy permisivo aunque su sangre Uzumaki lo hacía definitivamente imprevisible, eso era quizá lo único que lo distinguía de ser la copia exacta de su padre. Ahora mismo ambos se mantenían en silencio, sentados con los codos sobre sus rodillas, sus dedos entrelazados y el mentón encima de los pulgares, esperando.  Sarada se mantuvo recostada en la pared y Boruto estaba escondido en una de las esquinas de aquel espacio, hecho un ovillo. Minato y Kushina estaban sentados en el otro lado de aquella sala.

Los nervios y la tensión hacían mella en todos los presentes, y es que más allá, en la sala de parto tanto Tsunade como Mikoto daban lo mejor de sí como profesionales y doctoras para que un alegre y explosivo doncel rubio diera a luz, su segundo primer hijo ya había nacido y estaban tratando de que el gemelo de éste diera alguna señal de vida. 

Cuando un nuevo llanto de bebé se escuchó, todos se destensaron y Sasuke dejó caer su cabeza, mientras lloraba y sonreía. Si era cierto que él había esperado estar en el nacimiento de sus hijos, de ambos gemelos, pero la realidad era que cuando Akihiko nació estuvo ahí, se desmayó y luego volvió a estar consciente.

Su presencia en el parto comenzó a volverse una molestia cuando Naruto comenzó a insultarlo por no haber traído a su muñeco -una extraña cosa que hizo cuando nació Sora-, y Tsunade le había regañado por ser así de molesto. A él, no a Naruto, Naruto debía concentrarse en lo suyo. Por eso, habían preferido que esperara afuera y sus nervios estaban absolutamente crispados.

—Psst, Sasuke —Mikoto sonrió y le hizo una seña desde la puerta para que se acercara. El azabache no tardó mucho tiempo en ello para levantarse y correr hacia su madre. 

—Madre. ¿Cómo están ellos? ¿Y Naruto? ¿Cómo está Naruto? —le preguntó, tomándola nervioso por los hombros. La jovial mujer soltó una pequeña carcajada al ver la emoción de su hijo, aunque su rostro se oscureció vagamente al recordar que su esposo estuvo igual cuando sus hijos nacieron—. Dime, dime.

—¿Por qué no entras y lo ves por ti mismo, cariño? Naruto quiere decirte un buen de cosas —afirmó, Sasuke hizo una mueca ante aquello y Mikoto le dio un beso en la mejilla—. Les traeremos a sus pequeños en un instante, pasa. 

Sasuke asintió y se encaminó hacia el interior de aquella sala, no tardarían en llevar a Naruto a una habitación donde estaría más cómodo y así podrían entregarle a los niños para darles de comer y verlos. Por lo pronto, Sasuke quería cerciorarse del estado de su hermoso doncel.

Cuando ingresó, Naruto se giró a verlo, se veía realmente hermoso. Tenía unas cuantas gotas de sudor perlando su bello rostro, sus ojos azules eran ahora opacados por el cansancio que sentía, y Sasuke sólo se quedó viendo con una sonrisa embobado.

—Te ves hermoso —le dijo. 

—¿Bromeas? —Naruto arqueó una ceja—. Acabo de parir dos niños como de 5 kilos-ttebayo. 

Sasuke rió.

—Eres un exagerado, dobe.

—¡¿Sí?! Pues la próxima deberías parirlos tú entonces-ttebayo —Naruto se cruzó de brazos, viendo con una sonrisa al azabache, que se acercó a él y depositó un gran beso en su frente, seguido de un piquito en su nariz y finalmente un profundo beso en sus labios como muestra de amor. Naruto deliró con tanto cariño.

Sasuke sólo podía ver que estaba bien, cansado pero bien. Los días malos finalmente habían terminado, y desde ahora en adelante podrían ser felices completamente. Verían a sus hijos crecer, y vivirían una vida plena, sin preocupaciones -al menos no que implicaran asesinos queriendo exterminar sus clanes-, o muchos problemas -solo los normales que tendrías con alguien de sangre Uzumaki-, podrían estar juntos al fin. 

El hijo de un abogado |SasuNaru|Where stories live. Discover now