Tara Chambler

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Me encontraba caminando por la carretera sin un rumbo fijo; llevaba varios días así, caminando de un lado a otro, intentando sobrevivir.
Hace unas horas escuché unos ruidos a lo  lejos, como bombas y disparos; así que decidí seguir mi rumbo y alejarme de (lo que parecía) una guerra.

Ya estaba agotada, el calor comenzaba a afectarme y el agua que tenía se estaba acabando.

Era mi fin, moriría en medio de la nada.

Veo, a unos cuantos metros, un  vehículo; estaba parado y sin señales de haber alguien ahí.

Pero claro, estaba equivocada. Dentro habían docenas de muertos que intentaban salir.

De repente escucho como una camioneta se acerca. Me quedé a un lado del autobús, del lado que estaba más cerca a la orilla de la ruta, ningún tipo de vehículo pasaría por ahí. Yo estaré a salvo y las otras personas no notarán mi presencia. Nada puede salir mal.

Pero la camioneta se detuvo unos metros adelante y bajó un chico joven, tenía rasgos asiáticos; seguido de él, bajaron más personas: dos mujeres y un hombres.

Ahora sí no tenía escapatoria. Es muy tarde para correr hacia el bosque y ocultarme, ellos me verían. Tampoco podía acercarme y decirles "Hola, ¿qué tal están? Por favor no me maten. Solo estoy de paso por aquí". Algo que aprendí de estos años viviendo en el apocalipsis es: No confíes en nadie.

Decidí meterme debajo del autobús y, como  pude, lo hice.

El joven asiático comenzó a gritar, al parecer buscaba a alguien.

—¿Maggie? ¡Maggie! —llamaba, acercándose cada vez más al autobús.— Ellos...  son nuestra gente. Ella no está aquí.— dijo un poco más calmado y ¿esperanzado?

Ellos se estaban yendo, mi plan resultó bien después de todo. Pero no contaba con la aparición de un nuevo muerto que salía del bosque, directo a mí. No quería gritar, el grupo de vivos me oiría, además, mi grito podría atraer a mas muertos y francamente no tenía fuerzas suficientes para luchar.

Arriesgándome a ser asesinada por un par de desconocidos que buscaban a una tal Maggie, salí de debajo del vehículo y les grité.

—¡Ayuda, por favor ayúdenme!

Una de las chicas, tenía el pelo corto, se volteó hacia mí. Seguido, cuatro armas de fuego estaban apuntando en mi dirección.

—No disparen, no a mí.— ¿A caso no habían visto a ese bicho ahí?  pensé

Un hombre de bigotes y corte militar, su cabello era pelirrojo, rodeó el autobús y remató al muerto. Mientras tanto, las otras tres personas seguían apuntándome con distintos tipos de pistolas.

—Gracias por no matar... me— hice una pausa mientras el de bigotes comenzaba a revisarme.— No tengo nada, en serio. Sólo esta botella y esta estaca.— les mostré los objetos mientras los mencionaba.— Bueno, adiós.

—¡Alto! ¿Por qué no vienen con nosotros?— la chica de pelo corto habló dirigiéndome una sonrisa.— Soy Tara, ellos son Rosita, Glenn, Abraham y Eugene.— no había notado la presencia del último de no ser por la chica Tara.

—No creo que sea buena idea. Ni siquiera los conozco.

—¿Qué más tienes que perder? Estás en las últimas.—Dijo el hombre, ahora llamado Abraham.

Dudando un poco, acepté y me subí al camioneta militar.

Al subir, me senté junto al chico de cabello raro, Eugene. Me sentía un poco incómoda ya que no paraba de mirarme; aún así, no era el único que se quedaba mirándome.

THE WALKING DEAD || •ONE SHOTS•Where stories live. Discover now