❀. O8

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ㅤㅤLa vida es rara: Nunca sabes que sucederá con ella, ni tampoco entiendes por completo el porqué sucedieron las cosas. Podrá ser dura, triste, solitaria... Muchas personas toman sólo lo malo de las cosas, olvidándose que también pueden encontrar el lado positivo de esas cosas.

ㅤㅤLo importante de vivir es entender que la vida no se detiene. Ella continúa, y no importa como, pero uno tiene que seguir su paso o se arrepentirá por completo. Alejandro comprendió eso cuando perdió a su hermano, quien era la última persona de su verdadera sangre que le quedaba.

ㅤㅤPor eso, prefirió reír que llorar. Bebió, tomó, se emborrachó, festejó, hizo todo por seguir el ritmo de la vida que se le fue arrebatada a alguien más. Se propuso a ser mejor persona, mejor país; supo que era mejor no quejarse de lo que tenía porque podría ser peor, y si era peor entonces sólo se quedaba con la esperanza de que todo mejoraría pronto. Vivir era una ruleta donde la suerte era el truco principal, y si la tenías, entonces todo estaría bien: no preocupaciones, una vida agradable... Cero obstáculos en tu recorrido. La suerte era algo que se ganaba o se nacía con ella, y por lástima, Alejandro no la obtuvo jamás.

ㅤㅤSer desgraciado fue lo que se le dictó cuando nació: Perder a su abuelo, su hogar, su hermano y ahora su salud era sólo el combo final que le daría el pase oportuno a la muerte. Fueron hechos que no podían evitarse, e incluso más de alguna vez supo que no podría hacer nada bien.
ㅤㅤAlguna vez la Catrina, su más querida amiga, se lo dijo: «Tendrás un final desgarrador por culpa de ese amor unilateral que se te fue maldecido hace mucho». Alejandro no le creyó hasta que fue demasiado tarde, pero no se arrepentía ni de la mitad de sus acciones.

ㅤㅤSi tendría que morir entonces lo haría, pero moriría siendo la persona que haría feliz a la persona que más amaba... y eso estaba bien. Habrá muerto como un país, como un hermano, como un hijo, y como un mejor amigo para muchos.

ㅤㅤPor eso estaba tranquilo con su decisión. Estaba feliz con su vida, estaba feliz con todo lo hecho, incluso con sus errores, él estaba tranquilo.

ㅤㅤㅤ...

ㅤㅤAlejandro abrió los ojos, siendo recibido por una preocupada mirada de su repentino invitado a casa. Antonio no se había ido y tal vez no lo haría por un largo tiempo, pero estaba bien. Tal vez pasar tiempo con su figura paterna le daría mayor satisfacción a su persona.

ㅤㅤ── Lo siento... Te desmayaste en la sala y te traje a tu cuarto. ── Antonio dijo, mientras se levantaba de la silla donde había estado sentado las últimas dos horas, cómo un perro fiel a su dueño. ── ¿Tienes hambre? Puedo preparar algo para comer.

ㅤㅤAlejandro lo miró un poco. Sonrió antes de poder hablar. ── ¿Me haces de esos espaguetis que le sueles hacer a Romano? Llenos de salsa de tomate, y un poco de queso también. ── España asintió, levantándose para salir hacia la cocina. ── Gracias jefe. Eres buena onda.

Carriedo lanzó una sonrisa (más triste que feliz) para proceder con su camino hacia cocinar los alimentos que México había pedido.

Una vez se encontró sólo, Alejandro se sentó sobre la cama, con una almohada tras su espalda para recargarse y no sentirse tan incómodo. Soltó un largo respiro ante el cansancio que sentía, preguntándose si así se sentían aquellas personas cuya vida se consumía bajo las peores enfermedades existentes -cómo el cáncer o el SIDA-; Se negó ante sus pensamientos, sabiendo que él aún tenía la probabilidad de vivir pero era tan terco que estaba haciendo todo lo posible por no hacerlo.

pétalos anaranjados ❀ Latín Hetalia.Where stories live. Discover now