Capítulo 7

2.8K 407 82
                                    


Graham, aun de pie frente a la casa donde se había cometido el crimen, sintió como uno de los agentes de Crawford le registraba en busca de micrófonos o pruebas que pudiera llevar sobre él, le quitaron el móvil, lo apagaron y desmontaron antes de deslizarlo en una bolsa de pruebas. Otro de los policías le puso una manta sobre sus hombros y le guió hacía uno de los coches patrulla. Abrieron la puerta para ayudarle a subir dejándole sentado con los pies hacia el exterior. A tres horas de casa solo quería volver para saber cómo estaban sus perros. ¿Y si les habían hecho algo? ¿Y si ese...? Graham recordó lo que había visto en esa casa; la violencia empleada en las victimas, las fotos y el mensaje y solo quería regresar para poder sacarlos de allí. Se suponía que su hogar era su refugio y ahora no era más que cuatro paredes que no habían servido para dejar al mundo fuera alejándolo de los suyos. Graham pasó las manos entre los cabellos. Escuchó a Crawford decir su nombre, pero se dio cuenta de que hablaba por móvil.

— ¿Por qué? —susurró Graham—. No podía dejar de repetirse las palabras escritas en aquella pared ¿Cómo había accedido a esa información?— «posibles abusos» «Infancia difícil» Tu familia» « ¿Qué eres? » «Perros» Mis perros—murmuró en el momento en el que pasaba uno de los policías junto a él.

—Han ido a comprobarlo, señor —respondió el policía—. En el momento en el que los agentes lleguen a la casa nos avisaran.

Volvió a oír a Crawford hablando por teléfono y como intentaba contener la voz para no gritar—: Claro que sé que es normal que este en estado de Shock, pero...—El hombre guardó silencio un instante—. Escucharme bien, Alana, esto no es porque yo quiera. Necesitamos que entre y... ¿Es mi responsabilidad? ¿Qué quieres decir con eso?

Graham alzó la vista para ver como Crawford separaba el teléfono de la oreja y lo miraba como si le hubieran colgado.

Aun sentado en el coche las piernas de Graham empezaron a temblarle como si tuvieran vida propia. «Ojalá Hannibal estuviera aquí».

— ¿Hannibal? —Graham se puso en pie notando como la manta caía de sus hombros al recordar que había ido a recoger a Winston al veterinario. ¿Y si ya lo había recogido y estaba de camino a casa con él? ¿Y si se encontraba con el asesino? Si le pasara algo él... Sentía las piernas tan débiles que tuvo que sujetarse a la puerta para no caer. El policía junto a él le sujetó del brazo e intentó ayudarle a sentarse, pero Williams se apartó. No quería que nadie le tocara, no quería estar allí.

—Señor —preguntó el policía—, será mejor que se siente, señor. ¿Quiere que llame a los paramédicos? ¿Necesita...?

Graham empezó a buscar en sus bolsillos su teléfono móvil

—Tengo que llamar a Hannibal... Necesito hablar con él. ¿Dónde está Crawford? No hacía ni cinco minutos había estado allí y ahora no había ni rastro.

—Su teléfono está siendo analizado por el equipo. No podemos...

Crawford regresó en aquel momento y se acercó a ellos.

—¿Qué está pasando?

Hannibal iba a recoger a Winstone en el veterinario y a dejarlo en mi casa. ¿Y si está allí el asesino?

Crawford marcó el número de Hannibal.

—No contesta.

—Necesito mi móvil —insistió Graham—. Podría haberme mandado algún mensaje... podría...

—Es una prueba... —comenzó a decir el policía cuando Crawford le cortó.

—Denle lo que pida. A estas alturas el móvil ya habrá sido comprometido. Si encontraron micro o no enciéndanlo y miren si hay mensajes.

Sí, señor.

Crawford insistió una y otra vez desde su propio teléfono y en cada ocasión solo escuchaba el mensaje del contestador de Hannibal.

—Mandar un coche patrulla a casa de Hannibal y otro a la consulta. Llamar al veterinario. Preguntarle a Will si tiene el numero o el nombre del sitio. Quiero que llaméis hasta que os cojan. Preguntar si Hannibal Lecter o cualquier otra persona ha ido a recoger al perro.

Graham trató de poner la batería al móvil, pero las manos le temblaban tanto que le era imposible encajarlo. Se supone que él mejor que nadie tendría que saber qué hacer en una situación así para tranquilizarse, pero le era imposible pensando que Hannibal podía estar en peligro por su culpa. Consiguió introducir la tarjeta y la batería y deslizó la tapa para cerrar el móvil antes de encenderlo. Al instante comenzaron a llegar varios mensajes de texto y llamadas perdidas.

"Voy a recogerlo al veterinario. He intentado llamarte, pero no he podido contactar contigo. Supongo que estarás todavía con Crawford. Te llamo luego."

"Estoy esperando en la sala del veterinario a que lo traigan. ¿Qué tal estás tú? ¿Podemos cenar luego?"

"Te he llamado, pero me salta el contestador. Dicen que el perro sufría los efectos secundarios de un medicamente para dormir que retiraron hace unos años. Ahora está bien. Lo subiré en el coche y te recojo para ir al restaurante de esta mañana, si no estás muy cansado."

"Me preguntan si se marea, Will."

"Espero que no tenga que lavar el coche..."

Crawford se acercó de nuevo a Graham. Tiene el teléfono desconectado—¿Tienes algún mensaje? ¿Sabes dónde está?

—Lo último que pone es que estaba en el veterinario e iba a llevárselo a casa. El mensaje es de hace una hora.

****

Los coches de policía se cruzaron en la entrada de la casa de Will. Los agentes bajaron de sus vehículos con sus chalecos antibalas mientras dos compañeros los cubrían tras sus coches. Cuando los agentes del FBI llegaron junto a ellos a su señal reventaron la puerta y accedieron al interior.

—Asegurado —gritó el primero.

Uno a uno, fueron entrando revisando cada parte de la casa; dos en la cocina, el resto salón, dormitorio y baño.

La cocina estaba inundada los vasos y platos desperdigados por el suelo hechos añicos y la mesa tumbada contra la pared. Los cuchillos habían sido clavados en el marco de la puerta y había varios arañazos en el suelo y relleno del sofá por todas partes.

—Asegurado. Se escuchó decir desde el dormitorio.

—No hay nadie en la casa —habló otro de los policías volviendo a la sala—. La científica va a pasar un rato entretenidos. Lo han destrozado todo.

Incluso a pesar del destrozo y de las horas que tendrían que emplear para recoger las pruebas lo que más preocupaba a los agentes era una mancha roja en el suelo del salón.

El agente del FBI salió de la casa y miró a otro de sus compañeros que esperaban fuera negando con la cabeza.

—Está vacía. Llama a la científica para que saquen huellas y busquen cualquier cosa que pueda haberse dejado.

— ¿Y los perros? —preguntó su compañero.

—Los perros no están y parece que hay sangre en el suelo del salón. No mucha, pero tendremos que esperar a los resultados.

Needing me (Hannigram)Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora