Capítulo 9

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Hannibal estaba mucho más que enfadado. Odiaba haber salido herido, pero mucho más haber tenido que dejar que Alana se ocupara de Graham. Él era quien tenía que estar junto a Will, pero hasta que no consiguiera que las heridas dejaran de sangrar no podría ir a ningún sitio.

Al escuchar la voz de Will al otro lado del teléfono carraspeó intentando que su voz no temblara por el dolor, pero sobre todo por el enfado. Había podido regresar a su apartamento sin levantar sospechas porque siempre llevaba un traje en el coche asegurándose de no dejar un rastro de sangre hasta el ascensor.

-Sí, Graham. Siento no poder estar allí. Tiene que haber sido una experiencia terrible. Si no hubiera pinchado la rueda del coche estaría contigo. Winston está bien. Hablaremos de lo que dijo el veterinario, pero no te preocupes. -Maldito fuera mil veces por no poder aprovechar esa ocasión para llevarlo a su terreno.

-¿Pinchado? ¿Has tenido un accidente? -Solo. Desvalido. Asustado. Dudando de quién era. Si Graham le dejara sabría quién podría llegar a ser. No eran tan diferentes como él pensaba y eso lo excitaba-. ¿Estás en el hospital? Si no fuera por mi culpa no te hubiera pasado nada...

-Nada de esto es culpa tuya... -El perro junto Hannibal le puso el morro frío contra la espalda-. ¿Qué haces? -gruñó más fuerte de lo que quería-. Perdona. Winston... -El perro movía la cola con tanta fuerza que a veces parecía que le estuviera dando un latigazo. Hannibal movió una mano para que se apartara, pero pareció no entenderlo-. Winston que quiere jugar. Lo sacaré a dar un paseo. Estoy bien. Ha sido más el tener que rellenar el parte amistoso que otra cosa.

-¿Seguro? -preguntó Graham.

Hannibal apretó el puño. Ese bastardo se había escapado de milagro, pero él también había salido vivo por poco. Le había dejado un buen corte en el antebrazo izquierdo y en el costado. Nada que pudiera compartir con nadie y mucho menos con Graham. Frente a él, sobre la mesa de su escritorio, tenía el botiquín del baño con el antiséptico y el neceser que escondía en su habitación para coser las heridas más graves.

-¿Te mentiría?

-No, claro que no -contestó sin dudar haciendo que sintiera placer al escuchar aquella fe ciega.

-Iré a buscarte muy pronto a casa de Alana. -En cuanto dejara de sangrar y los calmantes empezaran a hacer efecto se cosería, pero no podía arriesgarse a que se diera cuenta de cómo le costaba moverse.

-¿Sí? -preguntó esperanzado-. Hannibal... -Graham se pegó el teléfono a la oreja como si así pudiera estar más cerca de él. Quiso decirle que viniera a por él ahora, pero no se atrevió-. Han visto sangre en mi casa.

«¿Lo sabe? No puede ser». Sonrió al pensar que aquello era una tontería. Le había visto hacer cosas increíbles cuando se trataba de descubrir a un asesino, pero eso sería demasiado. Hannibal se fijó en algo que había debajo del neceser; su agenda. La sacó tirando de ella con la punta de los dedos y la abrió notando el dolor en el costado.

-¿Sangre? Se habrá cortado intentando entrar.

-Puede ser, pero tampoco encuentran a mis perros.

Lecter pasó su lengua sobre el labio inferior. Tenía que haber sido más rápido.

-Estoy seguro de que se han asustado y se habrán internado en el bosque. Ya lo verás. -No sabía dónde estaban en ese momento, pero no le convenía decir algo así ahora que no estaba con él.

-Nos vamos, Graham -Escuchó como le decía Alana.

-Hannibal... Yo... -Will volvió a sentir la necesidad de pedirle que viniera a buscarlo.

Needing me (Hannigram)Where stories live. Discover now