Revisó cada página, buscó libros, cualquier cosa que pudiera ayudarlo.
Pero parecía que el jodido mundo se reía en su cara y le decía: "eres un alfa, es normal que seas una bestia sin control".
Una mierda.
Alfas, omegas, todo era una mierda.
Desde que dejó a Yoongi en su casa, no dejó de culparse por tener el constante pensamiento de... de hacer algo que se arrepentiría toda su vida.
Cerró su computadora y se quitó los zapatos de mala gana, para luego tirarse en la cama. Suspirando por décima vez en la mañana, abrió el chat que tenía con el omega.
Nada.
Otro suspiro.
No había hecho nada malo esa noche, pero le frustraba aún más el hecho de que Yoongi no respondiera sus mensajes. Y él no iba a molestarlo, respetaría el espacio del mayor y entendería si no quería hablar más con él.
Pero si le dolía.
Imaginarse que Yoongi desaparecía de su vida. Dolía.
Demasiado.
Lo quería, incluso sentía que confiaba más en él, que en su mejor amigo Namjoon.
Namjoon...
Namjoon.
¿Estaba mal el que no confiara tanto en el alfa?
Es decir, desde que lo vio con Jungkook, el ambiente a su alrededor era tenso y solo se cruzaban en los almuerzos, pero no hablaban como antes. Y eso que fue Namjoon el que pidió perdón y que todo volvería a ser como antes. Suspiró nuevamente, girando bruscamente en la cama, estirando una pierna, los brazos, haciéndose una bolita...
¡Mierda!
No podía sentirse a gusto ni siquiera en su propia cama.
Y él que pensaba que este fin de semana sin su padre le causaría alivios...
Cerró los ojos con fuerza obligándose a dormir.
Tal vez eso lo ayudaría a calmarse.
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Abrió los ojos lentamente, acostumbrandose a la poca luz que entraba en su habitación. Estiró sus brazos y piernas, bostezando ruidosamente. Acaricaba su pecho mientras miraba algún rincón de su habitación, preguntándose qué hora, día o año era. Después de estar unos minutos cuestionándose hasta porqué seguía vivo, se levantó perdiendo un poco el equilibrio. Se limpió con el dorso de la mano el rastro de saliva que corría por su mejilla, se miró al espejo aún con los ojos entrecerrados. Sus labios estaban algo hinchados y sus cabellos parados de una forma graciosa, por lo menos ya no estaba con el ceño fruncido.
