Capítulo 7.

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—Me alegra que pudieras evitar que alguien cometa los mismos errores que tú, bien hecho frente.

Al regresar de su misión, Sakura se sentía más capaz de hacer su vida.

Tal vez enamorarse de alguien, dedicar más esfuerzo en su trabajo y entrenamiento.

Renacer.

Había buscado a Ino para contarle lo sucedido con la hija del feudal, tuvo que esperar un día porque su amiga estaba de misión.

Pero ahora se habían encontrado, decidieron ir a entrenar un rato a petición de la pelirosa, eso alegró a Ino y no dudó en aceptar.

—Me siento un poco mal por haber estado tan estancada por un amor platónico cuando otras personas sufrían cosas más fuertes, como Mizue-san, que perdió a su madre.

—Pero debes estar alegre porque eso cambiará, estás comenzando a intentar mejorar tu vida.

Ambas se sonrieron.

—Y bien, puerca, ¿lista para que patee tu trasero? –se levantó y ajustó sus guantes con reto.

—Lista para reírme de tu fracaso, frentona.

Sakura golpeó la tierra con su puño y el entrenamiento comenzó.

(...)

Por otro lado, Naruto salía de una dulcería, con un tarro lleno de caramelos rosas.

Se debatía internamente en qué hacer, si declarar su amor por Sakura o seguir comprando caramelos por el resto de su vida.

Reaccionó asustado, le había pisado la cola a un gato, el cual se esponjó e hizo un sonido de alerta y agresividad.

Su cara se puso azul cuando el gato subió a su cabeza y comenzó a atacarlo.

Y el tarro cayó, todos los caramelos cayeron al suelo, y enseguida una manada de niños corrió a recogerlos.

—¡No!, ¡Dejen mis dulces! ¡Son míos, deveras!, ¡Ah, sueltame maldito gato!.

Los niños se fueron, no dejaron ni un dulce.

Naruto sintió un chorro de agua helada en su nuca, el gato corrió despavorido.

—El gran héroe de Konoha siendo atacado por un gato apestoso, ¿realmente estamos a salvo en tus manos?.

—Kiba... – lo reconoció.

El castaño tenía una pistola de agua en sus manos, una señora se la arrebató.

—Sinvergüenza. –lo amenazó con una escoba y Kiba se cubrió temeroso con sus brazos.

La señora le dio la pistolita a un niño que veía a Kiba molesto y se fueron.

—Pues no creo que estemos a salvo en las tuyas. – se burló el rubio.

—Como sea, Naruto idiota, ¿qué te tenía más distraído de lo que por sí siempre estás?.

—¿A ti qué te importa, perro tonto?

—Todavía de que me preocupo por ti cabeza hueca... Un momento, ¿Por qué comprabas caramelos?, ¿y por qué todos eran rosas?, ¿y por qué ahora tus cachetes están rosas? –lo señaló de manera pícara.

—No sé de qué estás hablando.

—Me pareció que era un rosa que ya he visto en otra parte, ¿será en Sakura?, sí, ¿en su cabello?, no, ¿en sus labios?, sí.

—Yo me voy... Alto. ¿Haz visto los labios de Sakura-chan?, ¿Por qué? – lo señaló con molestia.

—¿Por qué tendría que decirtelo? – se estaba divirtiendo. —Mejor me voy, disfruta tus caramelos, zoquete enamorado.

Y fuiste tú...Where stories live. Discover now