Capítulo 8.

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¿Estaba mal comenzar a odiar a Hinata?

Sakura tenía miedo de volverse una mala persona, y de que la vida y el destino la castigaran.

Pero no dejaba de imaginar un rayo cayendo sobre la pelinegra.

Habían pasado dos horas desde que se detuvo la lluvia, Naruto iba a quedarse pero Hinata le pidió que la acompañara, y así fue.

Habían sido las horas más incómodas, Hinata sentada entre ellos, tomando café, en silencio, viendo la lluvia y escuchando los truenos.

¿Exactamente por qué estaría mal odiar a Hinata?

Ella fue la imprudente inoportuna que llegó cuando menos debía.

¿Y ya por eso estaba bien odiarla?

Después de todo, ¿exactamente qué iban a hacer ella y Naruto?, ¿estaban seguros?.

Claro que no.

La pelirosa apenas se hallaba recuperándose de las confusiones sentimentales y ya está metiéndose en más.

Eso estaba mal, ¿o no?.

—¿Qué es lo que debo hacer?, ¿alejarme y fingir que no sentí nada?, ¿realmente que fue lo que sentí?.

"Y por cierto Sakura, aveces debes pensar un poco más en ti que en los demás, aunque te parezca egoísta, cuidate."


" Pero debes estar alegre porque eso cambiará, estás comenzando a intentar mejorar tu vida."

—¿Pensar en mí?, debo pensar en mí, y mejorar mi vida.

Se sentó en la alfombra de su habitación, con las piernas cruzadas a estilo indio, justo frente a su espejo de cuerpo completo.

—¿Qué sentiste, Sakura?– se preguntó con firmeza a sí misma.

Cerró sus ojos, y recordó todos los momentos en que Naruto ha estado para ella, los besos en la mejilla que sin pensar le dio, el cosquilleo que sintió cuando cayó sobre él, las cosas que pensó al sentir su mano en su espalda.

Y al pensar en todo eso, sintió ternura, seguridad, nervios...

Calor.

Y los celos y disgustos por Hinata solo confirmaban la situación.

Naruto le gustaba.

Se levantó agitada por lo que acababa de descubrir, ¡le gustaba su mejor amigo!.

Cayó sobre su cama.

¿Qué tanto le gustaba Naruto?.

Volvió a pensar en lo que sucedió en su sala.

Y analizando el recuerdo del tacto de Naruto, se dio cuenta que no sólo el corazón le palpitaba.

Sorprendentemente había una parte más que también lo hacía, y eso la hizo enrojecer hasta las orejas, recordando todas las cosas que la pervertida de Ino le platicaba.

Ahora tenía un problema, pues no conseguía detener esa sensación entre sus piernas. Una idea vino a su mente, la debatía una y otra vez.

Y fuiste tú...Where stories live. Discover now