Capítulo 02

992 71 0
                                    

Sin prestar atención al hecho de que llevaba la misma ropa que el dia anterior, Paulie salió a la calle sin mirar hacia la ruidosa cocina que ya comenzaba su rutina diaria.

No quería ver a Serena en esos momentos, necesitaba el viento contra su pecho; quería abrir los ojos y deshacerse de aquella pesadilla temática.

Seis años.

Seis años desde la última vez en la que estuvo frente a frente de aquellos ojos azules que la atormentaron una vez y sentía como si un autobús la hubiera arrollado por toda la avenida principal después de darle un violento tour por la ciudad.

No pensó en esa posibilidad, de haberlo ni siquiera estaría allí.

Caminó sin rumbo y sacó el móvil de sus pantalones vaqueros. Al tercer tono la voz de Veronica inundó su auricular.

—Maldita puerca, ¿sabes qué hora es?

—No te llamaría si es importante.

Un pequeño silencio se hizo en la línea.

—¿Qué ocurre?

Oyó el revuelo de sábanas al otro lado.

—Lara está aquí.

Pasó por delante de la casa en la que vio a sus padres por última vez y siguió adelante.

—¿Lara? ¿La misma a la que llevas evitando durante 6 años por qué te colaste por ella cuando eras una niña?

La forma en la que Veronica parecía restarle importancia a aquella frase pero Paulie sabía que no era tan sencillo; no fue un simple enamoramiento adolescente, fue algo más profundo a lo que nunca pudo ponerle nombre y que aún quemaba un poquito por dentro.

—Sí—respondió.

Escuchó como hacía un pequeño ruido con la boca.

—Sabes que esto pasaría tarde o temprano. Sois familia y llevo años diciéndote que eres una capulla.

Coló la mano entre los mechones de su pelo sin saber qué decir.

—¿Qué harás?

—Por eso mismo te llamo, ¿qué debería hacer Vero?

Su amiga, siempre directa, era la única persona que era capaz de decirle la verdad a bocajarro.

—¿Madurar quizás? Tonteaste con ella cuando eras una cría ¿y? Todos tenemos tonteos de los que nos avergonzamos.

—No es tan sencillo—se justificó.

—¿Por? Yo lo veo bastante claro, eres adulta, es adulta y no sientes nada por ella ¿dónde está el problema?

Solo pensar en la pregunta de Lara sobre lo ocurrido la mortificaba.

Y la culpa, esa pesada losa sobre sus hombros, siempre estaría ahí con ella; aunque la gente la abandonara la culpa no lo hacía, permanecía en su ser, la envolvía y hacía que sus brazos se sintieran cada vez más pesados.

—¿No puedes tener una relación normal con ella? Si quisiera montar un drama ha tenido suficientes años para hacerlo.

Sabía que era cierto, pero algo más ronroneaba con eco en su pecho.

—Pau, disfruta de las fiestas, bebe mucha cerveza, come bombones y rompe corazones por dónde vayas como haces siempre.

No pudo evitar reír.

—Puedo hacerlo—se animó a sí misma—. Sí.

—Piensa en que si todo sale bien podremos ir a visitar a Irene cuando vuelvas.

El camino a casaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora