Capítulo V

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Hank abre los ojos en el coche de Connor. Sigue pensando en las chicas que escaparon. La verdad es que parecía que se querían, pero eso es imposible. Son androides con fallos, no pueden sentir nada. Se gira y mira por la ventanilla llena de gotas de lluvia. Connor se encuentra frente a un puesto de comida rápida llamado "Chicken Feed".

Sale del coche, y el aire frío le recibe. Por suerte, puede controlar sus sensores de temperatura, algo que ningún humano podría hacer.
Hank analiza el rostro del hombre que habla con Connor, y descubre que se llama Pedro y que tiene antecedentes penales.

—Venga, Connor. ¡Te prometo que esta vez ganarás! —después de mucho insistir, el mencionado parece a punto de ser convencido a apostar.

—Detective, no quiero alarmarle, pero su amigo está practicando actividades ilegales... —susurra Hank.— Debería ignorarlo y volver conmigo... Podría traerle problemas.

Connor pone los ojos en blanco y niega con la cabeza.

—Hank, déjame en paz. No le hace daño a nadie, así que no me meto en sus asuntos. —aún así, duda si apostar o no. Finalmente se niega, con la excusa de que no tiene dinero suelto. Pedro se va, algo decepcionado, y Connor bufa al darse cuenta de lo influenciable que es al estar con Hank.

—Aquí tienes tu pedido. —Connor recoge lo que el hombre del puesto le da: una comida muy poco sana, que Hank está a punto de reprocharle, pero el chico se va antes de que pueda decirle nada.

—No te dejes esto aquí. —le pide el cocinero a Connor, con desdén.

—No podría, me sigue a todas partes. —Connor intenta disimular la sonrisa de satisfacción que se le forma en la cara. No puede evitar que le guste sentir que Hank haría todo lo que él dijera.

Efectivamente, el mayor recorre la distancia que los separa y se sitúa bajo la sombrilla que impide que el joven se moje más aún de lo que está ya, y mira a Connor.

—Tengo que advertirle, detective, de que su comida no es nada saludable. Debería cuidar su alimentación más. —Connor ignora su consejo. Pasan unos segundos en silencio, hasta que él vuelve a hablar.— Detective, ¿puedo hacerle una pregunta personal?

El chico suspira, cansado, y sonríe levemente.

—¿Los androides están programados para tener tantas preguntas personales o Don Perfecto se va a volver divergente? —pregunta pícaramente. Hank está a punto de responder, pero el joven vuelve a hablar.— Hazme la pregunta.

—Usted... ¿Odia a los androide? —la mirada de Connor se apaga y el chico baja la cabeza levemente, mientras cavila su respuesta.

—No los odio. O, al menos, no a todos. Sólo tengo... rencor.

—¿Por qué?

—Por... Por nada... —Hank nota como el ritmo del corazón del chico se acelera y como sube su estrés, así que decide cambiar de tema.

—¿Hay algo que quiera saber sobre mi, detective?

—¿Sobre ti? —Connor ríe levemente, pero sin ápice de burla.— Claro. ¿Por qué te diseñaron así?

—¿Así? ¿Cómo? —Hank fuerza al chico a explicarse.

—Ya sabes... Con esa apariencia y esa voz...

—Tanto mi apariencia como mi voz están diseñadas para facilitar mi integración entre los humanos.

—Hmm... Supongo que hicieron un buen trabajo... —susurra para sí mismo.

Pasan los minutos y lo único que se escucha es la lluvia caer, pero ese ambiente relajante se interrumpe por culpa de Hank, que intenta que su relación con Connor mejore.

—Esta mañana, cuando perseguíamos a la divergente... ¿Por qué no querías que cruzara la carretera? —pregunta.

—¡Podrían haberte matado! —exclama Connor, con un mohín adorable, intentando recalcar la obviedad. Al momento se ruboriza e intenta explicarse, con un tono de voz nervioso. —Y-y no quería tener que hacer todo el papeleo y eso...

Connor se sonroja aun más y simplemente baja la mirada. Hank lo observa, y su LED se vuelve amarillo unos segundos, antes de volver a hablar.

—A lo mejor debería contarte lo que sé sobre los divergentes.

—Has leído mi mente... —el joven suspira.

—Creemos que una mutación ocurre en el software de algunos androides que los lleva a emular emociones humanas.

—En cristiano, por favor. —la tecnología nunca fue el fuerte de Connor, y en su cara puede notarse la confusión.

—Ellos no... sienten emociones. Solo se confunden por instrucciones irracionales que los pueden llevar a tener un comportamiento imprevisible.

Connor asiente, pero como si en verdad no estuviese muy atento.

—Las emociones siempre lo joden todo... —mira a Hank fijamente con sus ojos castaños y parpadea, batiendo sus largas pestañas negras— A lo mejor, los androides no sois tan diferentes a nosotros...

A Hank la respuesta del joven le llama la atención y piensa en ello, hasta que una nueva pregunta de Connor lo saca de sus pensamientos y lo lleva de vuelta a esa lluviosa calle de Detroit.

—¿Habías tratado con divergentes antes?

Hank recuerda su primera misión. Fue capaz de salvar a una niña pequeña, rehén de un androide modelo PL600 que había atacado a la familia. Daniel, que así se llamaba este androide, fue destruído ante sus ojos azules.

—Hace unos meses.... Un divergente  amenazaba con saltar de la azotea con una niña pequeña... Conseguí salvarla. —lo dice serio, pero Connor no puede evitar atisbar un brillo de orgullo en sus ojos, unos ojos más humanos que los de la mayoría de la gente que Connor conoce.

—Así que hiciste tus deberes, ¿no? —sonríe levemente y, después de una pausa, pregunta:— ¿Sabes todo lo que hay que saber sobre mí?

—Sé que te graduaste como primero de tu clase y que te hiciste el detective más joven de todo Detroit. Sé que es cuestión de tiempo que te hagan teniente. Y pasas mucho tiempo en bares. —alza una ceja, mirando al de ojos avellana. Éste miraba al suelo desde el inicio del discurso del mayor y, sin levantar su mirada, responde en un susurro.

—Así que... ¿Cuál es tu conclusión?

El androide piensa una respuesta sincera, pero que no lastime al joven.

—Creo que trabajar con un oficial con... problemas personales, es un reto adicional. Pero adaptarme a la inprevisibilidad humana es una de mis características. —mira al joven con un amago de sonrisa en sus labios, y guiña un ojo.

Connor se sonroja ante eso. Sin saber muy bien por qué, el gesto le ha resultado adorable y algo sexy. Cierra sus ojos con fuerza, intentando apartar todos esos pensamientos de su mente e intentando que el aire frío de Detroit suavize el color rojo de sus mejillas y orejas.

Hank parpadea mientras su LED se torna amarillo.

—Acaban de reportar el caso de un divergente. Está cerca de aquí... —dirige su mirada al coche unos segundos y vuelve a mirar a Connor, con una ceja enarcada.— Deberíamos ir a ver. Te dejo que termines tu comida, estaré en el coche si me necesitas.

Hank se da la vuelta y se dirige al coche, dejando al chico de pelo castaño pensando en qué podría pasar si Hank se hiciera divergente...

AU Reversed [DBH-Hank x Connor] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora