Estaba en clases, confundida por todo lo que había sucedido... por alguna extraña razón no entendía el por qué Kathe estaba tan asustada, mi mente estaba a punto de explotar con tantos recuerdos y cosas que pasaban por mi mente. Intentaba tranquilizarme y concentrarme en algo distinto, pero terminé dandome cuenta de que el chico del autobús estaba al lado mío.
- ¿Qué tanto me miras? -pregunté-
- Bueno, nada. Sólo estaba pensando.
- Necesito que me digas de donde conoces a Kathe. -susurré-
- Luego... por cierto, me llamo Andrew.
- Mucho gusto, Taylor. -estiré mi mano-
- Vale, vale. Ya sabía quién eras... hm... ¿sabes? aún no lo logro entender cómo te metió en esto.
- ¿Qué cosa? -pregunté-
- Luego te lo explicaré.
Terminaron las clases, y ya era hora de salir de la escuela. Miré mi móvil y me había llegado un mensaje... ¿anónimo?
"Hola Taylor. Esto apenas acaba de empezar... Lastimosamente ya estás dentro, no podrás salir a menos a que hagas lo que queremos que hagas, pronto te darás cuenta por ahora supongo que deberías de decirle a tu amiga que por curiosidad, termino metiendote en todo esto"
Mientras terminaba de leer el mensaje, mis manos empezaron a temblar involuntariamente. Siento una sensación que se apodera de mi, me siento débil, me siento mal. Empece a caminar y caminar hasta que de un momento a otro sin ninguna razón en particular empecé a correr, no me importaba nada, no me importaba escapar de este lugar, el cielo se volvía más oscuro y yo sentía que mis pies ya no podían más, no sabía cuánto había caminado sin rumbo alguno, pero sólo sabía que había sido por mucho tiempo y que obviamente para volver sería un gran problema.
Terminé en un bosque, habían muchos árboles y era demasiado oscuro, se podía oír el sonido de los grillos, se podían observar a los murciélagos volar, y se podía ver muy bien en lo alto del cielo estrellado, la luna... Aquella luna que siempre está ahí para mi, que siempre me acompaña en noches de oscuridad como esta, y que siempre es dueña de mis insomnios. Ya eran las 7:00 p.m, estaba muy tarde y no sabía cómo llegar a casa... Enserio había caminado durante tanto tiempo y me distraje lo suficiente con mis audífonos que ni me di cuenta cuánto tiempo había estado caminando sin rumbo alguno, y ahora que ya me había calmado un poco entendía la locura que había acabado de cometer.
Bueno, ya era muy tarde. Siempre había querido acampar y bueno este era el momento indicado así que me senté en el suelo a observar las estrellas... esta era la mejor parte, todo estaba muy bonito hasta que sentí la presencia de alguien... podía escuchar a lo lejos sus pasos lentos, no sabía quién era, me sentía asustada... cada vez sus pasos se escuchaban más y más cerca y con cada paso que daba las ramas de los árboles se movían más fuerte, pisadas, pisadas.... más pisadas. Cuando sentí que alguien me tocó el hombro, y inmediatamente pegué un grito.
- ¡Oye, oye! ... no te asustes. Soy yo.
- Andrew! Me asustaste imbécil.
- No era mi intención, o quizá sí jajaja.
- ¿Qué haces aquí...? ¿qué rayos?
- Te seguí.
- ¡Por qué!
- Tenía curiosidad.
- Vale, ya estás aquí, ya que.
- ¿Tienes frío?
- Sí, pero bueno.
- Sé que tengo chaqueta pero si creías que era de esos tipos cursis que prestan sus chaquetas a damas, te equivocaste, igual tengo frío.
- Jajajaja tonto.
- Sabía que te iba a hacer reír, tén. -me tiró su chaqueta-
- Pero no que tenías frío...
- Sólo tómala y ya, no preguntes.
- Vale, gracias. Pero no me has respondido aún... ¿de dónde conoces a Kathe?
- Yo... no te puedo dar esa información aún, no soy la persona indicada -dijo él sin ninguna expresión en su rostro-
- ¿Por qué no?
- Yo no me puedo meter en ello, aunque yo también hago parte de eso.
- ¿De qué?
- Sólo te puedo decir que realmente te quiero ayudar Taylor, aunque seas muy rara.
- Pues entonces hazlo, dime por favor.
- No puedo, Kathe te lo dirá.
- Pero... ¡si nisiquiera sé cómo está!
- Yo sí, pronto entenderás más las cosas.
- Eres raro.
- Gracias, tú lo eres más.
- Yo no soy la que pone intriga a todo.
- Jaja... amo verte sufrir. -bajo su cabeza y puso en sus labios una sonrisa sárcastica-
- Chico raro.
- Chica tonta.
- ¿No tienes sueño?
- Bueno sí... pero no puedo volver a casa, me perdí.
- ¡Genial! Pensé que sabías dónde estabamos ya que me seguiste hasta aquí.
- Sí, y lo mejor es que ni te diste cuenta de ello.
- Osea, me seguiste aquí sin saber a dónde me dirigía incluso sabiendo que te ibas a perder quien sabe en donde conmigo.
- Sí.
- ¿Por qué?
- Quería ver que tan tonta eras -agachó su mirada tímidamente pero a la vez tan... frío-
- Vale, creo que intentaré dormir. No sé pero mañana debemos de regresar.
- Duerme bien, y que sueñes con Slenderman.
- Gracias, y ojalá que venga Jeff The Killer y te asesine.
- Gracias.
Todo se iba oscureciendo, mientras me dormía primero lentamente y luego completamente.
ESTÁS LEYENDO
El espejo maldito
ParanormalTaylor Manson una joven de 16 años siempre ha tenido una vida normal, hasta que un día todo cambia radicalmente después de que descubre un blog que parece ser que está maldito, pero ella no tiene ni idea de lo que desatará todo esto. Taylor debe de...