Cuarto capítulo.

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- Oye, oye... ¡Despierta!

Pude oír la voz de Andrew casi en mi oído, y entonces me levanté. Seguíamos en aquel bosque y eran tipo las 6:30 a.m, lo pude deducir por el color del cielo que ya se estaba tornando naranjado.

- ¡Está muy temprano! 

- No tanto, además, debemos de volver a casa.

- Hm, bueno tienes razón. ¿Cómo haremos?

- Supongo que yo sé cómo volver. 

- ¿Cómo? 

- Déjamelo a mi, ahora vamos.

- Vale, vale.

Nos fuímos caminando, yo sólo confiaba en que él supiese hacía a donde ibamos realmente... habían lugares mientras caminabamos que de verdad daban miedo a esas horas, había un cementerio cerca del cual por alguna extraña razón Andrew se quedó observando mucho tiempo. 

- ¿Qué sucede? -pregunté mientras lo observaba detalladamente-

Su cabello negro se movía bruscamente con el viento, y sus ojos permanecían puestos en la entrada del cementerio.

- Nada, es sólo que... es mejor que sigamos nuestro camino.

- Cuéntame, sé que te sucede algo.

- Mis padres... murieron. Mi madre murió de una manera muy extraña, mientras mi padre murió en un accidente automovilístico, y pues, fueron enterrados aquí. Tenía apenas 10 años, y mira ahora tengo 17 pero eso me trae recuerdos muy malos.

- Oh, lo lamento mucho enserio. 

- No tienes que lamentarlo, sólo espero que estén en algún lugar mejor.

- Esperemos que sí y entonces, ¿quién te ha criado todos estos años? 

- Mi tía. Ella siempre ha intentado darme el amor que merezco, pero ¿sabes? extraño a mis padres. Recuerdo cómo mi padre me llevaba a jugar a parques de diversiones y me daba tantos caramelos hasta que no pudiese más, era un niño muy feliz. Pero desde la muerte de ellos todo ha cambiado, me he vuelto frío... inseguro, entre otras cosas.

- Lo siento mucho. Pero vamos, sigamos el camino.

- Vale, por cierto... esto nunca se lo había contado a nadie, no me gusta hablar de esto. Pero extrañamente contigo lo hice.

- ¿Soy la primera persona a la que le cuentas?

- Sí. Los únicos que saben son mi familia, nunca tuve muchos amigos y los que tuve siempre terminaron alejándose de mi. Así que sí, eres la primera.

- Me alegra que hayas confiado en mi. 

- No te preocupes, pero bueno, vamos.

Cuando volteo su rostro para seguir caminando, logré notar que sus ojos negros y profundos estaban un poco cristalizados, como si quisiera llorar. No podía hacer nada ni decir nada, es normal ahogarse en ese tipo de recuerdos, son tan profundos y dolorosos que simplemente llegan a rebosar hasta tus ojos. Y el hecho de que yo le dijera que no fuese a llorar o que no pensará en eso, no cambiaría nada el recuerdo y el daño sigue ahí.

Pasaron varias horas y en todo el camino no tuvimos un tema de conversación centrado, sólo le preguntaba de vez en cuando si sabía hacía a donde ibamos o si faltaba mucho para llegar. Cuando estabamos llegando él fue el que hablo y me dijo.

- Faltan unos 5 minutos para llegar, maso menos.

- Uf, menos mal.

- ¿Quieres comer algo en mi casa? Ya son las 12:30 p.m debes de estar con mucha hambre, sólo te comiste en el camino unas galletas que tenías en tu mochila. 

El espejo malditoWhere stories live. Discover now