Onceavo capítulo.

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Andrew empezó a tocar la puerta de mi casa desesperadamente. Yo estaba llorando, simplemente habían sido muchas emociones, bajé corriendo las escaleras y le abrí la puerta, mientras el intentaba pronunciar una que otra palabra, lo abracé fuertemente y me tumbe en su hombro a llorar. Él me acariciaba el cabello y me susurraba que ella estaba en un lugar mejor, que no me preocupase, que él ya había pasado por lo mismo pero que él sabía que mi madre siempre me cuidaría. 

Mientras él intentaba consolarme lo miré a los ojos y le dije:

- ¿Por qué eres tan bueno conmigo? -dije con mucha dificultad-

Vi como la expresión de su rostro cambiaba drásticamente, y entonces él agacho la cabeza y me dijo.

- Porque... eres una buena chica.

- ¿Sólo eso?

Vi como inhalaba aire y respondía de nuevo.

- Sí, sólo eso.

Por un lado sentí un dolor en el pecho, no es como si estuviese esperando otra respuesta tampoco. Estabamos abrazados cuando de pronto las luces de mi casa empezaron a fallar, y vi como una jarra que había en la sala de mi casa se caía al suelo fuertemente, rompiéndose rápidamente en pequeños pedazos que se esparcían por un pequeño espacio de la sala, y de un momento a otro un fuerte aire frío y helado recorría toda la sala, tanto así que mi cabello no podía mantenerse quieto. Las cosas empezaron a caerse, y parecía como si mi casa se fuese a derrumbar justo ahí... 

- Tenemos que salir Taylor.

- Andrew... pero...

- Esto no está bien, ven.

Me cogió de la mano fuertemente y salimos corriendo de la casa, seguíamos corriendo sin saber a donde nos ibamos a dirigir, no sabía si él tenía una idea de a donde ir pero por lo menos yo no tenía ni idea, seguimos corriendo hasta que encontramos un pequeño lugar cerca de un lago. Era hermoso el lago, era cristalino y tenía muchos árboles a su alrededor, no habían muchas casas pero durante un tiempo no había estado tan tranquila en algún lugar.

Nos sentamos en unas rocas que habían al frente del lago, y ya estaba casi amaneciendo y la poca luz de la luna que quedaba iluminaba perfectamente las pupilas de sus ojos. Mentiría si dijera que no quería besarlo, porque si lo quería hacer. Parecía un ángel justo ahora y el hecho de que en ese momento él no me estuviese observando, me daba mucha más valentía de mirarlo más tiempo y detallarlo mucho más.

- ¿Por qué me miras tanto? -pregunto mirando todavía al horizonte-

Sentí mis mejillas arder.

- Y-yo no te estaba mirando. ¡Idiota! 

- Si lo hacías... 

- No tienes pruebas. 

- Vale. Voltearé ahora mismo, si estás roja seguramente es porque estoy en lo cierto.

- ¿Qué tiene que ver eso?

- No te pondrías roja si no quisieras ocultar algo. Dime... ¿qué quieres ocultar conmigo?

Volteo su cabeza y me miró fijamente a los ojos. Sentí como no sólo mis mejillas ardían, si no también todo mi rostro y incluso mi cuerpo. Parecía como si sólo su mirada ya prendiese todo mi mundo.

Estábamos a 5 cm de distancia... y mientras me observaba como me sonrojaba me dijo:

- Eres una idiota.

- ¿Por qué? 

Aún tenía los ojos aguados de llorar. Y seguramente volvería a llorar si se acercaba para abrazarme.

- Porque sigues estando roja. 

Me acosté y empecé a mirar las estrellas, el cielo... empecé a detallar cada simple detalle y entonces me preguntaba si mamá estaría allí, si acaso realmente ese lugar al que muchas personas creen que irán los muertos, realmente es bueno y me preguntaba si no se sentiría mal al haberme dejado aquí tan sola, en este mundo. Mordí mis labios intentando contener el nudo en la garganta que sentía, era feo sentir que no recordaba el último abrazo que me había dado y saber que no tendría otro de ella... era lo peor. 

- Estás callada Taylor...

- Sí.

Él se acosto a mi lado y volteo la cabeza para mirarme a mi. 

- Pensé que ibas a mirar las estrellas -dije-

- Eso hago.

- Pero si me estás mirando a mi idiota. 

- Por eso, eres como una estrella.

Me sonroje tanto que no podía entender nada... no podía entender que estaba sucediendo, mi tiempo se paralizo y mientras sentía que este se paralizaba cerre mis ojos y cuando menos pensé sentí que Andrew se levanto y acerco su frente con mi frente. Mi corazón palpitaba a diez mil por segundo, sentía que no podría aguantar más, sentí como tomo mi barbilla y puso su otra mano encima de mi mano, me subio un poco la barbilla... y me besó. Inmediatamente sentí que todas esas cosas malas que habían sucedido, todo eso que me pasaba, todo absolutamente todo por lo que no sólo yo había luchado, si no también él, tenía una ventaja y esa ventaja había sido conocerlo a él. Y entonces, justo en ese momento me di cuenta de algo... me di cuenta que me gustaba y que a pesar de que nunca sería capaz de decirle mis sentimientos, eso sentía mi corazón. Me gustaba y quizá... lo amaba.

Él se alejo, y yo abrí los ojos lentamente, y me lleve una sorpresa. Andrew seguía observandome, y su rostro estaba extremadamente rojo y en cuanto abrí los ojos se volteo tan rápidamente que se golpeo en una roca.

- ¡Auch! -dijo-

- Estás rojo -dije esbozando una sonrisa burlona-

Hubo silencio y simplemente seguí mirando las estrellas, y me quedé dormida sin nisiquiera haberlo imaginado.

El espejo malditoWhere stories live. Discover now