2. El Capitán América

7.5K 806 378
                                    

Al siguiente día por la mañana, Tony iba vestido con uno de sus lujosos trajes y se dirigía hacia la base de Shield que había sido convertida en la academia de los vengadores. Iba a toda velocidad por las calles de Nueva York en uno de sus Rolls-Royce más exclusivos, deseaba impresionar no solo al Capitán América, sino a todos lo que estuvieran esperando por él.

Al llegar al complejo, fue muy bien recibido por los agentes de la corporación quienes lo condujeron a la sala principal donde un pequeño grupo estaba esperando su llegada. Natasha lo recibió con una sonrisa insinuante y Tony solo la miró con recelo al notar que su blusa blanca tenía un escote muy revelador y esa falda negra tan entallada estaba a punto de rayar en lo indecente. Al parecer, sí estaba dispuesta a competir por la atención de aquel misterioso sujeto.

—Tony, me da gusto que hayas decidido ser parte del equipo —saludó Bruce dándole uno de sus afectuosos abrazos.

—Traidor —masculló logrando que su amigo se alejara un poco mirándolo con sorpresa—, debías negarte a una petición tan absurda, al igual que tú, Rhodey.

El aludido emitió una risa corta a la vez que palmeaba su hombro.

—Vamos, hombre de hojalata —se burlaba el idiota de máquina de guerra—, es solo un favor para proteger la tierra.

—El universo —corrigió Fury acercándose para saludarlo— y tu presencia en esta reunión era imprescindible, Stark.

Escuchó un resoplido y de inmediato todos miraron hacia un sujeto que estaba sentado en la esquina de la sala. Tony lo identificó de inmediato como el maravilloso Capitán América del que había estado alardeando Natasha todo ese tiempo.

— ¿Algún problema, señor Rogers? —Inquirió apartando a sus amigos para acercarse a ese hombre— ¿Acaso mi presencia le incomoda? ¿O cree que ustedes son los suficientes como para proteger un cubito luminoso?

Su reto fue muy mal recibido cuando ese imponente hombre se puso de pie frente a él mirándolo con odio. Tony se quedó sin aliento al notar que era tan perfecto como Nat lo había descrito: grandes músculos, una piel firme que invitaba a recorrerla entera, un semblante duro y frío que le causaba una gran curiosidad y una espalda que arañaría gustoso todas las noches.

—Sí, tengo un problema —habló el capitán con una voz gruesa que casi hizo que se le derritieran las rodillas—, sí, tu presencia me incomoda y sí, creo que somos los suficientes como para proteger un objeto tan importante para la seguridad del universo, tu presencia está de más.

— ¿Por qué tanto odio? —Susurró para evitar que su voz saliera tan inestable como se sentía su cuerpo— ¿Acaso no sabes quién soy?

—Precisamente por eso no eres necesario aquí —espetó Steve Rogers acercándose hasta que sus torsos se rozaron y las manos de Tony temblaron al desear tocarlo—. Eres el hijo de Howard Stark, una sombra del gran hombre que él fue, un niño mimado y egocéntrico que solo fanfarronea de sus éxitos y no aporta nada importante a la nación.

—Capitán, por favor —interrumpió Fury separándolos y Tony se sintió agradecido porque estaba a punto de morder esos virginales labios—. La agente Romanoff tuvo largas conversaciones con el señor Stark para convencerlo de asistir a esta reunión, dejemos que exponga sus puntos antes de juzgarlo.

Tony le dedicó una breve mirada a su amiga quien sonreía con picardía. No habían sido necesarias largas conversaciones para convencerlo de estar allí en ese momento, solo tuvo que mencionar "rubio" y "sensual" para convencerlo, algo que de momento no era necesario que el capitán supiera.

Como buen cachorro obediente, Steve volvió a tomar asiento en completo silencio sin apartar una mirada furiosa de su rostro.

—Buen chico —halagó Tony con un guiño antes de girarse para tomar asiento en la cabecera de la mesa.

La seducción de Stark (Stony)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora