14. Amor

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Tony tiró más de cerca a Steve para besarlo profundo, necesitaba expresar todo lo que estaba sintiendo, deseaba morderlo, dejar marcas imborrables en ese perfecto y musculoso cuerpo, que ese atractivo hombre se diera cuenta que lo quería solo para él. Era tanta su desesperación que estaba temblando mientras le arrancaba suaves suspiros y se aferraba de él de la camisa. En sus oídos solo vibraba los latidos de su frenético corazón a pesar de la música que se escuchaba de fondo.

—Tony —escuchó un susurro entre los necesitados besos.

—No hables —gruñó inconforme aferrándolo cerca, aunque solo bastó levantar el rostro para que ese hombre rompiera el contacto.

—Estás temblando —habló un agitado Steve con voz ronca y un poco inestable— ¿estás bien?

—No —admitió sujetando con mayor fuerza la camisa hasta sentir sus dedos entumecidos—, te quiero, te deseo, me aterran todos estos sentimientos y de todos modos no puedo hacer nada para frenarlos.

Steve, el muy cretino sonrió ante su confesión solo para inclinarse y besar su nariz con afecto.

—Tony Stark no está listo para amar —quiso ofenderse ante el comentario burlón, aunque ese tono cariñoso no reforzaba el objetivo del comentario.

—Entonces tú sí estás listo —respondió enarcando una ceja— ¿acaso nunca te han lastimado? ¿No tienes miedo a que algo salga mal?

Steve sonrió más amplio.

—Contigo me atemoriza todo —respondió él acariciando su caliente mejilla—, es difícil saber qué harás cuando tu estado de ánimo cambie, pero estoy dispuesto a arriesgarme.

—Oh, Steve —suspiró incómodo por lo bien que lo hacían sentir esas palabras.

Entre el escándalo de la música pudo identificar un grupo de risas y gritos que se estaban acercando.

—Creo que deberíamos irnos de aquí —propuso Steve dando un paso hacia atrás dando la apariencia de que solo habían estado platicando a pesar de que el capitán lucía un poco desaliñado y con la camisa arrugada— podríamos dar una caminata.

— ¿A la luz de la luna? —Sonrió sugerente comenzando a caminar de nuevo hacia la entrada del edificio.

— ¿Demasiado romántico? —Preguntó Steve con una sonrisa traviesa.

—Un poco —arrugó la nariz caminando por el pasillo que conducía hacia el comedor donde se estaba llevando la improvisada fiesta.

A lo lejos alcanzó a ver que el Dios del trueno caminaba hacia ellos rodeado de unas cuantas chicas que sonreían encantadas hacia el imponente hombre. Sintió tensarse y un poco después también apreció la mano de Steve reposar en su hombro, al voltear a verlo, él le estaba regresando una mirada tranquila y eso fue lo suficiente como para relajarse mientras Thor pasaba a su lado sin prestarles el mínimo de atención.

— ¿Regresarás a la fiesta? —Preguntó Steve disminuyendo el paso, aunque Tony tiró de él al lado contrario donde se encontraban los dormitorios.

—Claro que no —farfulló con molestia— estoy agotado, necesito descansar —Tony mantuvo sus manos unidas en el oscuro y solitario pasillo caminando en completo silencio—, de hecho, creo que me vendría bien un sensual masaje.

Guiñó un ojo hacia un sonriente Capitán América.

— ¿Cómo es un masaje siendo sensual? —Inquirió Steve antes de llegar a la habitación.

—Tú completamente desnudo untándome aceites relajantes —respondió con una media sonrisa antes de detenerse frente a su puerta.

—Suena bien —respondió Steve acercándose hasta invadir su espacio personal y acorralarlo contra la puerta— ¿y solo esperas el sensual masaje?

— ¿Propones algo más? —Inquirió con una sonrisa traviesa apreciando el calor de ese gran cuerpo.

—Podríamos acurrucarnos —susurró Steve inclinándose sobre su cuello y repartiendo cortos besos sobre él— quisiera que durmieras entre mis brazos y en la mañana despertarte con besos lentos.

— ¿Der verdad eres así de romántico? —Intentó seguir siendo seductor, aunque su temblorosa voz lo traicionó.

— ¿Por qué no lo averiguas por ti mismo?

Tony tuvo que reprimir un gemido cuando la lengua cálida de Steve acarició su oreja, y a la vez no entendía cómo podía sentirse tan caliente y tan enamorado de ese hombre que con unas cuantas palabras y acciones lo ponía al límite de la locura.

Su cuerpo estaba encendiéndose por esa actitud tan cariñosa y sensual, pero el momento fue cortado cuando la puerta tras él se abrió con brusquedad y hubiera caído de sentón si Steve no lo hubiera sujetado por la cintura.

— ¡Jarvis! —Reprendió aferrándose a los hombros del capitán.

—Señor, la señorita Romanoff se está acercando a los dormitorios con un grupo de agentes —anunció la inteligencia artificial.

Ambos sonrieron e inmediatamente Steve lo empujó para entrar a la habitación antes de que la puerta volviera a cerrarse. Con los latidos de su acelerado corazón retumbando en sus oídos, ambos se quedaron quietos escuchando la alegre voz de su amiga y las risas ruidosas de los agentes que pasaban frente a su puerta. No pudo evitar él mismo soltar una carcajada, se sentía como un adolescente que escondía a su novio para hacer travesuras.

— ¿Entonces qué dices? —Preguntó Steve mirándolo con dulzura— ¿quieres acurrucarte conmigo?

—Ya basta, Steve —siguió riéndose sintiendo que se derretiría con tanta cursilería—, solo... vayamos a la cama.

Caminaron juntos entre risas y cariños hasta recostarse y seguir con sus jugueteos. La noche prometía ser una de las mejores de su vida.

La seducción de Stark (Stony)Where stories live. Discover now