ShinKami Week 2019 - [BNHA]

• Día 3 •

Si Aizawa descubría que Kaminari se escabullía por la noche desde su ventana, probablemente se quedaría sin las bolas y una imposibilidad de concebir descendencia.

Pero él era un experto de primera. Desde que había entrado a la Academia, Kaminari había conseguido escabullirse sin que nadie lo supiera.

No debía temer de convertirse en un eunuco. Sus bolas estaban a salvo.

Esa noche, Sero le había dicho que tenía un nuevo videojuego para probar. Kaminari no podía escaparse de su habitación como las personas normales —Aizawa lo descubriría casi al instante.

Y él apreciaba sus huevos.

Así que salía por su ventana en la habitación del tercer piso. Luego, buscaba la escalera para incendios que salía de cada habitación en pisos superiores al tercero. Le hizo preguntarse por qué las del tercero no tenían unas...

Quizá esperaban que Denki se arrojase por la ventana a los gritos si les atacaba un incendio. Lo cual no era muy errado, tampoco.

Aizawa-sensei los conocía demasiado.

Pero luego de aterrizar —otra vez— sobre el arbusto de hortensias, Kaminari no tuvo más remedio que sacudirse la tierra y ramitas que le rasguñaron un poco la piel. Su trasero dolía bastante, y era triste considerando que no consiguió que doliera la cama...

Dio la vuelta a todo el edificio mientras se sobaba una de sus nalgas. Esa noche todo estaba demasiado oscuro —luego de la pelea de Midoriya y Bakubro, Aizawa no permitiría que más estudiantes se fuguen—, así que no podía distinguir con claridad cuál de todas las escaleras pertenecía al dormitorio de Sero...

¿Qué pasaba si trepaba cual Romeo por la equivocada, solo para encontrarse a Midoriya y Todoroki follando?

¿O a Shoji haciendo quién sabe qué cosas hacía un chico tan callado como él?

O a Bakugo y Kirishima...

Tuvo escalofríos de solo pensarlo.

Sacó su teléfono móvil para decirle a Sero que se asomara cual Julieta —o buscó mejor unas piedrecillas para arrojarlas a todas las ventanas hasta que alguien respondiera...

Pero un pequeño chirrido le sacó de sus pensamientos.

—Ay, por las tangas de Endeavor... —Kaminari tembló—. ¡No me digan que es un villano!

O tal vez era un asesino...

O un fantasma.

O... ¡un villano fantasma y asesino!

De todas formas, fuera lo que fuese, Kaminari era demasiado joven para morir. Y muy virgen. Y se había besuqueado con poca gente. Y todavía quedaban muchos videojuegos por probar...

Comenzó a entrar en pánico.

Pero antes de empezar a correr en círculos mientras se arrancaba todos los cabellos, la parte racional —que no era muy grande, por cierto— de su cerebro, le dijo que aquel no podía ser un fantasma asesino. Debía ser silencioso si era un fantasma, ¿no?