El Cisne y la Bestia Negra {YoonMin} [Omegaverse]

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Ambos bajaron del bus, y comenzaron un largo e incómodo camino hasta sus casas.

Una vez que estuvieron en frente, YoonGi vio como Jimin pretendía irse a su casa sin darle una explicación, y no lo dejaría pasar.

Con rapidez tomó su mano, el menor se quejó pero se dejó arrastrar de mala gana hasta la casa del mayor.

Ambos chicos entraron, viendo el lugar más silencioso que nunca y eso significaba que ellos definitivamente estaban solos.

—Jimin.

El rubio frunció el ceño y lo miró.—¿Qué?

—Juguemos.— sonrió.

Jimin abrió la boca, sorprendido.— No quiero jugar contigo, ya estamos grandes.

—Oh.— YoonGi fingió pensar algo.— juguemos un juego de adultos entonces.

Jimin enrojeció.

Esta cara de YoonGi no la conocía.

—¿Qué tipo de juego?

El rubio se encontraba en el cuarto del pelinegro, siendo observado por este.

Estaba atado a la cama, las cuerdas tenían sus piernas a un lado de la cama y otra estaba en sus muñecas, dejándolas juntas en su pecho.

¿Cómo carajo Jimin había accedido a jugar eso con YoonGi?

Cuando lo dijo, no había sonado como una mala idea, pero ahora se estaba arrepintiendo un poco.

—Te explicaré de nuevo.— comenzó YoonGi mientras se quitaba la ropa, Jimin abrió los ojos y luego los cerró.— pero cambiaré un poco las reglas.

—¡¿Qué crees que haces?! ¡me mentiste!

La pantera se rió, montándose encima de Jimin.— abre los ojos.— pidió.

Al no hacerlo, YoonGi bajó hasta los rosados labios de su menor, primero observándolos con adoración y luego dejando su aterciopelada lengua sentir la dulce suavidad.

Jimin se tensó.—Este no era el juego.

—Recuerdamelo entonces, ya se me olvidó.

—¡YoonGi!

El mayor rió, mirando al Omega de ojos llorosos y hermosamente azules.— ¿De verdad creiste que te ataria a la cama para intentar hacerte cosquillas?

Jimin hizo un puchero.— Sonaba convincente cuando lo dijiste antes, ¿por qué ahora suena a una burla?

—Por que lo es, te explicaré las nuevas reglas de mi juego.— YoonGi desabrochó el pantalón de Jimin lentamente, el Omega apretó las piernas y bajó la vista, viendo el escultural cuerpo del Alfa.— Si tú tienes un orgasmo primero, me cuentas por qué estás enojado; pero si yo me corro primero, no me cuentas nada y te dejaré en paz, ¿trato?