El Cisne y la Bestia Negra {YoonMin} [Omegaverse]

☘19☘

—Siempre fui tuyo.

YoonGi sonrió complacido, acercándose a Jimin, dejando una pequeña mordedura en sus muslos, Jimin jadeó, mirando hacia atrás con ojos llorosos, casi parecía él el que estaba en celo, aunque no sería la gran cosa, después de todo Jimin era bastante receptivo y sensible a YoonGi, lo cual le encantaba en sobremanera.

El Alfa dejó otra mordida más fuerte en el pomposo trasero del menor, Jimin gimió a dientes cerrados, bajando sus manos hasta su abdomen para alcanzar a YoonGi y detenerlo, pero fue una mala idea... YoonGi tomó sus manos, dejando a Jimin con la única opción de dejar caer su cara a la cama mientras sus manos eran inmovilizadas cerca de su miembro goteante.

—¡YoonGi!— chilló.—N-no me... muerdas.

El Alfa sonrió.—Mira cómo te pones por eso, Jiminnie.—dijo, observando como la entrada de Jimin se comprimía, deseosa de tener algo dentro, claro que eso no lo sabía Jimin porque él era virgen, y muchas sensaciones estaban siendo nuevas para él en ese momento.— Siempre fuiste tan sensual...— murmuró.

Pensaba en cuando ellos eran pequeños, como siempre Jimin era arisco con casi todos los demás pero al momento de mencionar a YoonGi estaba dispuesto a cumplir todos sus berrinches y caprichos.

Hubo una vez donde ambos después de días de conocerse, estaban coloreando juntos y Jimin había perdido su cartuchera donde guardaba sus colores, cuando YoonGi lo supo buscó como loco por toda su casa y cuando la encontró corrió a llevársela al Omega.

Que buen recuerdo... a Jimin le habían chispeado los ojos, tomó la cartuchera y la besó a lo que YoonGi, obstinado, frunció el ceño.

—Yo la encontré, así que debes agradecerme como a tu cartuchera.— había dicho con un leve puchero y la mirada a un costado.

El enternecido Omega tomó su camisa y le plantó un gran beso en la frente, YoonGi había abierto los ojos conmocionado y salió corriendo para contárselo a su mamá.

Había sido su primer beso y se había sentido tan perfecto, como si hubiera tenido que pasar, como si el destino hubiera escrito esa escena en sus vidas mil veces hasta que lograra cumplirse.

—Yoonnie...

YoonGi dejó otra mordida en los muslos de Jimin, esta había quedado roja, y se notaba que dolía cuando Jimin gritó, ahogando el sonido con la tela de la cama.

YoonGi soltó sus manos y lo volteó, viendo el sudado cuerpo de Jimin brillar, pidiendo a gritos dominación.

Se maravilló, dejando salir un pequeño gruñido.

Decir que Jimin era hermoso sería un eufemismo. Jimin era casi irreal, tan hermoso que dolía, todo un desastre rubio de ojos azules y piel rosada, ahí, debajo suyo, con las piernas abiertas para que él ocupara el lugar.