Capítulo 4

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El orgullo de Joseph Morgan era más grande que su ego, muchas veces rayaba en la soberbia, razón por lo cual no insistió más en pedirle disculpas a Alexis Fontana, lo había intentado, se había tragado su orgullo, pero pasó una semana y no recibió ...

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El orgullo de Joseph Morgan era más grande que su ego, muchas veces rayaba en la soberbia, razón por lo cual no insistió más en pedirle disculpas a Alexis Fontana, lo había intentado, se había tragado su orgullo, pero pasó una semana y no recibió ninguna respuesta, por lo que la había desechado, haría de cuenta que nunca existió, ni siquiera para llevar a cabo sus planes; ya encontraría otros medios.

—¿Nos vamos? —preguntó una voz femenina en su oído y él pudo escucharla aún con la música del local donde se encontraban, ella le hizo la propuesta mientras le acariciaba el interior de uno de los muslos con sensualidad, preparándolo para la madrugada que les esperaba.

Joseph asintió en silencio y desvió la mirada al sentir como la chica rozaba con la yema de los dedos su entrepierna, logrando pulsaciones en su miembro, llevó una de sus manos y con violencia carnal la tomó por el cuello, para que no se moviera un solo centímetro, abordándola con un beso desesperado, robandole el aliento, ahogándola con su lengua, haciéndola suplicar por oxígeno.

—Vámonos. —le dijo rozando sus labios contra los de ella, dejando el tibio aliento dentro de la boca de la rubia.

Se puso de pie, la agarró por la mano, la encaminó a la salida, salieron y se montaron en el Lamborghini, que los condujo al apartamento.

Al llegar, Joseph trató de hacer el menor ruido posible, porque sabía que Nathaniel necesitaba descansar, tenía reunión temprano.

Entraron a uno de los cuartos de la planta baja, ya que no le gustaba llevar mujeres a su cuarto, pues egoístamente ese era su santuario y para pasarla bien habían tres habitaciones disponibles.

Entraron a uno de los cuartos de la planta baja, ya que no le gustaba llevar mujeres a su cuarto, pues egoístamente ese era su santuario y para pasarla bien habían tres habitaciones disponibles

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