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El balón de kickball se oye caer en el patio de mi casa

Acostumbradamente, me levanto de mi cama y me dirijo hacia donde se encuentra el balón. Ya con dicha circunferencia de cuero entre mis manos, camino hacia la puerta de entrada (no sin antes mirar por la mirilla para ver quién era), pero aún no había llegado nadie a recogerla.

Me senté en el sofá que estaba cerca de allí y esperé. Esperé..., esperé y esperé. Y se oyó una voz femenina llamar. No quise ilusionarme, pero la voz era exactamente idéntica a la de nuestra queridísima Marián. Al observar a través de la mirilla, confirmé que la chica del otro lado de la puerta era Marián.

Traté de calmarme, porque sabía que debía. Sabía que en estos momentos es donde más necesito mantener la calma. 

La puerta se abre lentamente

     —Hola —dice.

     La miro.

     —Perdón por la molestia en venir a recoger el balón cada día —agregó.

     N... no... no pasa... n... nada.

     —No pasa nada —respondí. 

     Le pasé el balón, y me sonrió.

La puerta se cerró lentamente

Ser Diferente ≠Where stories live. Discover now