FINAL

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Me levanté temprano, como ya es costumbre para ir a la universidad. Después de darme una ducha rápida, decidí ponerme un lindo vestido color azul: Tenía un gran presentimiento de que hoy sería un gran día y como mi madre siempre dice ''Sí es un buen día, hay que tener una excelente cara''. Bueno, con mi cara no podía hacer mucho, pero con mi atuendo sí.

—¿Qué te causa tanta risa, _________? —preguntó mi madre al verme bajar las escaleras, riendo suavemente por mi anterior comentario mental.

—Por nada, mamá —negué con la cabeza y le sonreí, a lo que ella sonrió de vuelta.

—Estás muy feliz, cariño. Y muy bien vestida para ir a la universidad un lunes, ¿Pasa algo que no sepa?

—Tuve un buen presentimiento, solo eso. Aparte, el día está muy lindo, ¿No lo crees?

¿La verdad? Prefería cambiar de tema por dos razones: 1) No tenía idea de que decirle si ella me preguntaba ''¿Qué clase de presentimiento?'' y 2) Se me hacía tarde para la universidad. Así que, me despedí de mi madre y tomé mi mochila, saliendo rápidamente de mi casa. Zach me había sugerido ir hoy temprano a Starbucks antes de clases para ver si podía averiguar quién era el misterioso R. que tanto suspenso había dejado en mi vida desde su primera nota.

Y justo eso hice: llegué agitada al lugar, abriendo la puerta de golpe, asustando a unos cuantos comensales. Me disculpé con la mirada con cada uno y caminé a la barra a paso tranquilo.

—¡Hey, Marco! —saludé jadeante al chico que me entregaba el café gratis desde ya hace tiempo. Éste levantó la vista con una sonrisa, la cual se borró al verme dando lugar a una expresión de asombro y de nerviosismo.

—¿__________? —exclamó, dejando casi caer un plato de ricas donas en la mesa.

—Marco —fruncí el ceño— ¿Estás bien? ¿Pasa algo? —enarqué una ceja al notar su nerviosismo.

—¿Pasar? ¿Algo? —bufó— Para nada.

Volteo los ojos a la ventanilla de atrás, entregándome la sonrisa más falsa que había visto alguna vez.

—Uhm tu café aún no está listo porque usualmente vienes en las noches, así que tendrás que esperar un poco.

Suspiré. Tenía que quedarme, R. lo valía. Caminé hacia una de las mesas y me senté ahí, jugando con mi pie de vez en cuando con obvia desesperación. Marco se veía completamente normal, claro, apurado con algunos pedidos de los urgentes estudiantes que procuraban no llegar tarde a la universidad.

El tiempo pasó lentamente y caí en la cuenta que había pasado 50 minutos desde que había ordenado mi café. ¿Por qué Marco tarda demasiado?

Por la puerta vi asomarse la ya muy conocida cabellera rojiza de Resse. Abrí los ojos como platos, levantándome lo más rápido y sigilosamente de mi asiento y me arrinconé en uno de los asientos del fondo, junto a los libreros. Tomé una revista y la abrí para cubrir mi rostro. Empecé a vigilar a Resse sin que se diera cuenta.

Resse caminó tranquilo a la barra y saludo a la chica que atendía ahí. La chica sonrió, tomando su orden y fue a la cocina, pero se volvió hacia Resse cuando este le habló de vuelta. La chica frunció el ceño al ver el objeto entre las manos de Resse: un marcador permanente de color negro.

Demonios, esto no podía ser real... Fruncí el ceño, estaba atónita. Y más cuando la chica dejo pasar a Resse a la cocina. Decidí bajar la revista de golpe, queriendo observar con claridad cada movimiento del pelirrojo.

Entonces, ¿Él había mentido? ¿Resse en verdad era R.? No... yo simplemente no puedo creerlo. Me mintió en la cara.

—Bien, ahora vuelvo —la voz dulce de Resse me hizo subir la revista para cubrirme la cara de nuevo.

𝐌𝐈𝐃𝐍𝐈𝐆𝐇𝐓 𝐓𝐑𝐀𝐈𝐍 ⋆ 𝐉𝐚𝐜𝐤 𝐀𝐯𝐞𝐫𝐲Donde viven las historias. Descúbrelo ahora