Parte sin título 63

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Capítulo 63

—Tío no —gritó Sabridas, corriendo llegó hasta donde estaba su tío, aún vivo—. El dion está vivo, remataré a ese desgraciado (lo señala) y a su lacayo Tobías también.

—No Sabridas. Demuestra tu temple. No tienes experiencia, pero tienes (pausó, escupió sangre; prosiguió) mis conocimientos. Todos deben tener juicios justos. Aspiramos al Estado de Derecho. Ese desgraciado debe pasar por el debido proceso de ley. No es al tirano al que combatimos, más bien la tiranía que él representa.

—Te recuperarás tío, como otras veces.

—No. No esta vez.

—Tú eres mi héroe. Eres fuerte

No le respondía, Su sobrina Marriaca, quien salió de entre los pragmas, se acercó a él y lo movió con mucho cuidado. Llegó a sentarlo entre sus brazos, hasta que se dio cuenta que su tío se había ido para siempre. Lo acostó y le cerró los ojos. Se incorporó. De frente a la diona, sin mediar palabras, agarró una espada que vio tirada en el suelo. La diona, quien lucía cansada, frunció el ceño. Marriaca tiró le espada...

Mientras, Cornelius abrió sus ojos. Sin hacer mucho ruido se reincorporó. Empezó a correr sigilosamente hacia Yamirelis. Esta última se volteó alertada por Sabridas. Apenas vio la diona la uña anaranjada trasformada en una corta lanza del mismo color a pulgadas de su cuerpo, reaccionó cerrando sus ojos y trincado su cuerpo... Abrió de nuevo sus ojos enseguida. Vio, al igual que todos los allí presentes, que ya no se veía. El dion Cornelius Rhoads desapareció, desvaneció...

En el otro lado del mundo, al tiempo que desapareció en el otro lado del mismo mundo, despertó Cornelius con una jeringa clavada en su yugular. Su cara de sorpresa no tenía precio.

— ¡Sorpresa ¡ —le exclamó Scisolbon— .Debe tener los músculos atrofiados. No podrá pararse y caminar por sí mismo. No durante un tiempo, Ordenaré que lo lleven y dejen tirado en cualquiera de las calles que frecuentaba, más bien deambulaba, en Manhattan.

—Cometen un error. La Gran Estrella me envió allá con un propósito. ¡Regir! Mi voluntad es su voluntad.

— No soporto a los dictadores, reyes autoritarios ni cosa que se le parezca. Llévenselo de aquí cuanto antes. Otra cosa. Espero que no hayas lastimado a mi hija.

Después de toser, le contestó:

— ¡Oh! Tú eres el padre de la preciosa pero malcriada diona. ¡Está viva! Tarde o temprano, será como yo, si no, será utilizada para su falso progreso. Al fin y al cabo, el progreso que tuvieron, tienen y tendrán, vendrá de la mano de un dion, o diona. Siempre la verán como alguien diferente. O aplasta o la aplastan. Es inevitable.

—Asesinaste a mis padres —interrumpió Lois. Mejor que te saquen de aquí, no responderé si...

Empezó a sentirse mareado el adolescente. El señor Bolé lo miraba, luego a Peter Scisolbon. Pero fue el señor Rhoads quien le aclaró a él:

—Dentro de poco él. despertara allá. Ni modo, aquí, los dioses son débiles y patéticos.

Yamirelis: en el otro lado del mismo mundoWhere stories live. Discover now