Capítulo 7: Mi investigador privado, mi falso novio... y mi guardaespaldas ✅

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"Me dio un beso, yo sentí que se robó mi alma."


Dejó los documentos que revisaba sobre el escritorio y se recostó en el sillón girando hacia el ventanal que tenía a su espalda. Admiró la ciudad por unos segundos, pero no logró distraer sus pensamientos. Cerró los ojos y fue inevitable que su mente viajara hasta ese momento hacía ya dos días.

Aún podía sentir la corriente que recorrió su cuerpo cuando, tomándolo por sorpresa, lo besó. No había podido sacar de su mente aquella sensación y cómo se había dejado llevar por el momento disfrutando de la suavidad de sus labios y de la intensidad a la que aquel beso había llegado, fue solo cuando el aire comenzó a faltarles que decidieron separarse y terminar con aquel momento.

Ninguno de los dos se atrevió a hablar de ello y prometiendo que se llamarían por cualquier novedad se despidieron sin más. Pero él no podía sacar ese beso de su cabeza por más que lo había intentado, llegando a afectar su concentración en el trabajo.

Suspiró frotando su sien, pero se obligó a abrir los ojos cuando unos toques en la puerta interrumpieron sus pensamientos. No tuvo tiempo de dar permiso cuando escuchó unos pasos acercándose a su escritorio.

—El día que esperes a que te dé permiso de entrar sufriré un triple infarto de la impresión —dijo rodando los ojos y escuchó la inconfundible risa de Jaime.

—¿Por qué siempre sabes que soy yo?

—Porque eres el único en esta oficina que se atreve a interrumpirme sin pedir permiso —explicó lo obvio y giró en el sillón para mirarlo.

—Mientras que estés solo no veo cuál es el problema.

—Mejor déjalo —Agitó su mano y se inclinó sobre el escritorio—. Cuéntame qué novedades tenemos.

—No demasiadas.

—¿Un retrato? —preguntó sorprendido al ver el vago dibujo de un retrato robot que contenía la carpeta que le entregaba.

—Conseguimos vídeos en las cámaras de otros establecimientos alrededor del spa —le explicó consiguiendo que una pequeña esperanza creciera en él—. Pudimos localizar a la persona de las cámaras del spa, pero lo único que logramos es una imagen muy borrosa de su rostro. Intentaron por todos los medios y con todos los programas posibles de esclarecerla, pero estaba muy lejos.

—Con esto avanzamos como no te imaginas, Jaime —Sostuvo el vago retrato entre sus manos y memorizó los pocos rasgos que habían logrado definir sin mucha precisión—. Ahora sabemos más detalles. Es alto y con buen físico y, a pesar de que son muy vagos, tener una pequeña idea de sus rasgos es un avance. Además, debe tener algún título de masajista o algo por el estilo porque Regina aseguró que no notó la diferencia.

—¿Tú sabes la cantidad de personas que pueden tener un título de masajista? —Le lanzó una mirada seria. Estaba intentando matar sus esperanzas, pero después de no tener nada eso era mucho para él.

—Sé que serán muchas, pero date cuenta, Jaime —Puso la hoja sobre el escritorio y lo acercó a su amigo—. Esto es un gran fallo en él porque se dejó ver por una cámara.

—Lo sé, pero...

—Pero perdió el control cuando se arriesgó a entrar en el spa sustituyendo a un empleado —aclaró, lanzando la teoría que rondaba su cabeza desde esa tarde—. Estoy completamente seguro de que la noticia de mi supuesto noviazgo con Regina lo desestabilizó.

—Quita esa cara de suficiencia y disimula un poco las ganas que tienes de seguir "fingiendo" ser el novio de esa hermosura.

—¿Por qué no cierras la boca y te refieres a ella con más respeto? —gruñó con furia, sintiendo arder la sangre al escuchar las palabras de Jaime sobre la castaña.

Pequeña Tentación #BilogíaTentaciónWhere stories live. Discover now