Epílogo ✅

193 12 10
                                    

Durante toda la mañana su casa había sido un completo ir y venir de personas. La familia de Regina al completo había tomado sus vacaciones para estar con ellos en ese día tan especial y sus padres llegaron en compañía de Martina, quien no tardó en exigir a su sobrino y robarse su completa atención, para completar la lista de invitados con sus abuelos y el resto de sus familiares y amigos más cercanos.

Fueron Jaime y Fernanda, por ser los padrinos, quienes se encargaron de darle a su hijo una cantidad indecente de regalos por su primer cumpleaños que se sumaron a todos los que sus familias ya le habían entregado.

—Pa pá —Escuchar esa vocecita llamándolo hizo que una sonrisa se instalara en sus labios y se pusiese en cuclillas para mirarlo.

—Ven con papá —lo animó. Miguel, sin ningún miedo, soltó la mano de su tía y comenzó a dar pequeños, pero rápidos pasos en su dirección—. ¡Ven aquí, campeón! —Lo alzó del suelo y besó sus mejillas mientras escuchaba su risa al verse sujeto en el aire por él.

Su hijo estaba cumpliendo su primer año de vida ese día y todavía no podía creer lo rápido que había pasado. Apenas llegaba a medir un metro de alto, pero era tan risueño como su madre. A veces, vergonzoso, aunque eso no lo hubiera sacado a Regina, cariñoso y muy tranquilo. Su cabello rubio y sus ojos azules los había sacado de él, pero la preciosa sonrisa que siempre mantenía en su rostro era sin duda de su mujer.

Regina... Sonrió al verla yendo de un lado a otro, emocionada con la organización de la fiesta que celebrarían en el jardín de su casa. Ella había vuelto hacía poco tiempo a ejercer su profesión, aunque, por el momento, decidió no salir del país. Su hijo la acompañaba a todos lados y no permitía que ni él ni nadie se interpusiera en su decisión porque, aun siendo tan alocada y despistada, su pequeño Puntito era lo más importante para ella.

—A ver, Alonso, entrégame a mi ahijado —exigió Fernanda, tomando a su hijo sin darle opción—. Tengo que ponerle su ropa para la sesión.

—¿Qué sesión? —preguntó, persiguiéndola por el interior de la casa —Fernanda, explícame de qué hablas.

—Amorcito —Su voz lo hizo girarse, encontrándola de brazos cruzados y golpeando el suelo con su pie—, deja a Fer porque Puntito tiene que verse hermoso hoy.

—¿De qué sesión hablaba? —insistió, señalando con el dedo índice la puerta de la habitación de su hijo.

—Pues de la sesión de fotos de Puntito —respondió con total tranquilidad, girando sobre sus talones y caminando de nuevo hacia el jardín—. Sabes que quiero que nuestro bebé tenga muchos recuerdos cuando sea grande y, hasta que tenga uso de razón, la mejor forma es con fotografías.

—Eso lo tengo claro —aseguró, siguiéndola—. Tienes cinco álbumes completos con fotos suyas.

—Recuerdos, amorcito, recuerdos —repitió, dedicándole una sonrisa y abrazándolo por el cuello con coquetería—. Quiero que todos tengamos un recuerdo hermoso de este día. Nuestro hijo cumple su primer año y solo serán unas cuántas fotos comiendo su pastel —Besó sus labios, evitando que él pusiera alguna objeción y terminó por hacerlo olvidar—. Ahora, ven, necesito tu ayuda para colocar estas guirnaldas.

Tiró de su mano y lo llevó hasta la mesa donde habían dispuesto una infinidad de pasteles y dulces diferentes. La ayudó siguiendo cada una de sus indicaciones en compañía de Jaime, a quien Fernanda también obligó a ayudar. Pero no podía quejarse porque ambas habían elegido la mejor temática: el mar y todo lo relacionado con el mundo marino, como si en cierta forma fuese una mención para él.

Todos los adornos eran de colores azul, blanco, gris y rojo. Habían mandado a hacer cupcakes con anclas como adorno, salvavidas y barcos de vela de diferentes tamaños. Un número uno gigante colgaba por encima de la mesa principal, flanqueado por dos pequeños timones de madera, y en el centro de todo, el gran pastel con el que su hijo soplaría la vela de su primer cumpleaños.

Pequeña Tentación #BilogíaTentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora