Capítulo 14: Camino al infierno

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Cuanto más se sonrojaba, cuanto más inocente resultaba ese chico, peor era intentar frenar la excitación que sufría. Su mente le decía una y otra vez que frenase, tenía que parar, ya no sólo por él, sino por su hermana. Ella estaba enamorada de Ace y si cruzaba esa línea, no podría volver atrás. ¿Cómo iba a mirar a su hermana a la cara si se acostaba con el chico del que estaba enamorada? Y aún sabiendo todo eso, algo le impedía parar.

Era incapaz de soltar sus labios, no podía dejar de jugar con aquella lengua que le enloquecía sin remedio. ¡Era una maldita locura! Nunca antes le había pasado algo así, siempre se resistía a esos instintos pero hoy no podía frenarlos. Aun así, no pensaba soltarle las manos, no se fiaba de él o más bien... no se fiaba de nadie. No sería la primera vez que intentasen pagar u ofrecer alguna ventaja a alguien para seducirle y tratar de matarle. Ace era de esos chicos que harían lo que fuera por su hermano y si le hubieran prometido salvar a Luffy si acabase con él... Ace lo haría. No podía confiarse.

Las manos de Ace se movieron y aunque Law mantenía los ojos cerrados, lo supo por el ruido metálico de las esposas moviéndose contra la madera de la cabecera de la cama. Estaba nervioso pero a la vez excitado por el momento. Su cuerpo temblaba, fruto del miedo que sentía pese a estar tan decidido a seguir adelante.

Su fiebre aún era demasiado alta y todo su cuerpo seguía débil. ¿Por qué su cuerpo reaccionaba de aquella forma ante un beso? ¿Cómo podía estar tan desesperado por tener sexo pese al miedo? Law no conseguía entenderlo. Como médico, sabía que la fiebre debía dejarle completamente exhausto, con ganas de dormir solamente y descansar.

Las tatuadas manos de Law subieron por los muslos de Ace, separándolos para poder colar sus dedos bajo el pantalón. Su cuerpo tembló nuevamente antes de tratar de cerrar las piernas, luchando contra la fuerza que las manos de Law ejercían sobre ellas.

- Relájate – susurró Law – déjame hacer.

¡Era difícil! Para Ace era muy duro tener que dejarse llevar y Law lo sabía. Era un luchador, el miedo le hacía pelear incluso cuando realmente deseaba tener relaciones. Una vez más, deslizó sus dedos por encima de la pernera del pantalón oscuro de Ace, llegando por fin hasta la cremallera ya bajada y deslizó la tela para poder quitarlo.

Su mano libre se colocó tras su espalda, encorvándola ligeramente y obligándole a arquearla para poder separar su trasero del colchón y poder resbalar el pantalón junto a la ropa interior.

- ¿Law? – susurró Ace con ese rostro enfermizo y debilitado que preocupaba a la vez que excitaba al médico.

- No te preocupes, voy a ir con cuidado.

Aquel día que le masturbó no tuvo demasiado tiempo para fijarse en él. Le bajó la bragueta, metió la mano y masajeó hasta que expulsó el semen, pero hoy, hoy no quería hacer algo rápido, algo simplemente por necesidad o por enseñarle cómo hacerlo. Hoy sería diferente y por eso mismo, sus manos se deslizaron por la longitud de su miembro. ¡No era precisamente pequeño! Pero tampoco era demasiado grande, una longitud normal, apropiada a su edad y al cuerpo que tenía. ¡Perfecta! Así lo vio Law, porque para él, como médico, Ace tenía un cuerpo atlético y equilibrado, un cuerpo y una musculatura acorde que le hacía ser tan sumamente atractivo, sumado con esa carita de ángel, de niño inocente que le volvía loco.

Los leves jadeos y su respiración entre cortada, le hizo darse cuenta a Law de hasta qué punto, ese chico era sensible. Esclavo desde los doce años, atado de pies y manos, sin posibilidad alguna de tocarse ni él mismo... realmente al mínimo roce se excitaba como ninguno. No le extrañaba en absoluto que Doflamingo fuera tras él, era casi como un diamante en bruto.

Deadly boxing (One piece, Law-Ace)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora