Cinq.

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HoSeok estaba sentado en la camilla de la habitación, mientras miraba por la ventana a una paloma blanca, que siempre estaba ahí, haciéndole compañía a él y a su madre. Él siempre se había mantenido alegre, a pesar de todo mostraba una sonrisa que a su madre le gustaba ver. Le hacia sentir que su hijo no sufría tanto, pero... No era así realmente. Sentir tan nítidamente aquellas agujas, aquellos líquidos por todo su cuerpo, la sangre salir, y sentir que se desmayaría en cualquier momento. Los labios rotos, sus mejillas hinchadas y normalmente con algo de fiebre. Y todo eso en vano, porque no sabían si los antibióticos daban efecto. Aun así, la sonrisa radiante del pequeño de ahora cinco años era inmensa y hermosa. Como si no pasase nada.

Cada vez que veían la paloma, por alguna razón ambos se sentían acompañados, y sentían que era una señal de que todo estaría bien. Su mamá decía que era un ángel, que era enviado por Dios para cuidarlo y que no le pasaría nada. Y Hoseok también creía eso, es decir, no es mucha coincidencia que esa paloma siempre esté ahí, todos los días. Sin falta alguna. Era como si tuviese un horario. Era agradable saber que no siempre estaban solos.

—Hoseokie —La voz de su madre sonó por la habitación, llamando su atención—, es hora de bañarte. —Le avisó y el menor asintió levemente—.

A HoSeok no le gustaba bañarse, porque era un problema. Los tubos se enredaban y apenas podía mantenerse de pie, además de que, se sentía tan débil al sentir los paños húmedos pasar por su cuerpo.

No podían bañarlo con agua normal, porque podría entrar por los tubos, y ocasionar una desgracia, y pues, los pañuelos le hacían daño en su piel tan pálida y amarillenta por los antibióticos, y la bacteria que no avanzaba ni retrocedía en el cuerpo del infante.

Odiaba estar tan lejos de su casa, odiaba tener que estar confinado a una cama, odiaba tener que tener tubos por su cuerpo, odiaba sentir las agujas atravesar su delicado cuerpo como si de un cojín donde ponen los alfileres se tratase.

Pero no podía culpar a nadie, tampoco podía odiar a nadie. Nadie tenia la culpa de eso.

Luego de su "baño" decidió ir a la cama, y en seguida, su tía y primo (que era mucho mayor que él), decidieron visitarlo.

En realidad, tanto JaeMin (Su tía) como JeonSuk (su primo) lo habían apoyado desde que estaba internado ahí, siempre le visitaban en loa horarios correspondientes, y le alegraban el día cuando venían a visitarlo, ya que le traían regalos y mucho mucho amor.

La hora de visitas había pasado, y ellas tenían que irse del lugar, por mandato de la doctora quien entró a avisar. Ambos, tía y primo se despidieron y prometieron volver, y por supuesto, HoSeok les agradeció por haber ido.

Let Me Be Happy. [J.H.S]Where stories live. Discover now