Bajé corriendo hacia los edificios, en el aire se mezclaban deliciosos y extraños olores, pan recién horneado, flores frescas, granos de café, chocolate, perfumes...
La gente iba hermosamente vestida, como si se tratara de una pintura, con vestidos largos de faldas anchas en distintos colores, mangas holgadas y peinados cuidadosamente arreglados, algunas llevaban grandes sombreros adornados con flores y frutas de cera, otras usaban vestidos simples de un solo color opaco y mandil, con listones coloridos para atar su cabello. Los hombres elegantes usaban trajes también de colores y sombreros altos, y todos los que parecían estar trabajando usaban camisas largas y pantalón oscuro, mandiles sucios y guantes de cuero, revelando un precioso contraste entre unos y otros.
Cuando intenté mezclarme entre las personas muchas de ellas se rieron de mí, había olvidado que tenía puesta mi ropa para dormir. Se me revolvió el estómago de tanta atención no deseada, las chicas de mi edad veían muy gracioso mi cabello despeinado y mi cara sin maquillar. Me aparté para alejarme un poco, perderme entre los callejones y pensar el algo que me diera alguna pista de cómo había llegado hasta ahí.
Sólo, en la dirección opuesta a la mía, venía un joven cargando tres botellas de vidrio llenas de leche, me acerqué y con la voz muy baja le hablé:
—Disculpa —Dije agachando la cabeza un poco y comenzando a jugar con mis dedos -¿sabes qué lugar es este?
El chico me miró dudoso y respondió:
—Esta es la calle Hidrófita, ¿estás buscando la posada de...?
—No, no, —le interrumpí—. Quiero saber el nombre de este pueblo o país o lo que sea.
Comencé a hablarle sobre el lugar en el que yo vivía, por si de casualidad estaba cerca de ahí, pero el chico no tenía idea de qué estaba hablando, pues nunca había escuchado el nombre de mi país en su vida.
—¿Qué dices? Estamos en Porthaven, en Ingary, por supuesto.
—¡Sebastian, Sebastian! —escuchamos a alguien gritar, calle arriba. Aquel chico se despidió rápidamente y salió disparado hacia donde venía la voz, haciendo que las botellas tintinearan al chocar entre ellas con cada paso que daba.
Yo me quedé quieta, pensando en lo que acababa de escuchar. "Así que estoy en Porthaven, muy bien, estoy en un sueño" pensé. Seguí caminando calle abajo y por fin, el sonido y el aroma interrumpieron mis pensamientos. Si estaba en Porthaven eso significaba que estaba justo frente al mar. Comencé a correr emocionada, el sonido se hacía más y más fuerte, las gaviotas aparecieron sobre el cielo y las campanas de las pescaderías no dejaban de anunciar el pescado fresco.
De entre el laberinto de callejones logré llegar hasta unas escaleras que daban a la arena, y frente a ella el hermoso mar. Nunca en mi vida lo había visto, era ruidoso y muy azul. Caminé a la orilla del agua para ir hacia donde había menos gente, y admiré el precioso paisaje.
El tiempo se me fue volando, me hubiera encantado poder aparecer un libro frente a mis ojos para leer, después de todo, era mi sueño. Junto con el sol comenzó a bajar la temperatura poco a poco, estaba cansada y tenía mucha hambre, este dichoso sueño ya estaba durando bastante y pronto se haría de noche. Seguí caminando, ahora en dirección contraria para volver por donde había venido, quizás el chico con el que me encontré, Sebastian, podría ayudarme, pero cada vez había menos luz y realmente no recordaba por dónde había llegado.
Subí por una calle al azar, buscando al menos un banco en donde pudiera sentarme a descansar mis piernas, caminar tanto había sido una pésima idea.
En pocos minutos se hizo de noche, ya casi no había personas en las calles y todos los comerciantes habían cerrado sus negocios. Las calles vacías no me asustaban, estar sola en un lugar desconocido tampoco, lo que me daba miedo fueron unos extraños ruiditos que sonaban a mis espaldas, pero cada vez que me daba la vuelta no había nadie. Los ruidos comenzaron a sonar más y más fuertes, como si cada vez se acercaran más y más.

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🔥 Howl Es Real 🔥 (Howl y Tú) El Increíble Castillo Vagabundo de Howl
RomanceUn día después de volver a ver la película de "El increíble castillo de Howl" me entraron ganas de hablar con él, como un juego, así que le escribí una carta desde mi computadora con un "usted es muy cruel" casi al final... Lo que no esperaba era qu...