[050]

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Headshot.

¿Cuánto tiempo llevaba viendo el techo sin hacer absolutamente nada además de respirar y parpadear? No tenía ni la menor idea.

Podía escuchar los ronquidos de su mayor a pocos metros de su paradero, ya habían pasado unas cuantas horas desde que se había quedado dormido en el sofá.

Tenía pensado imitar a Hyojong y al menos descansar media hora, puesto a que no había dormido casi nada en los últimos dos días, pero los pensamientos que se acumulaban en su cabeza no se lo permitían.

Estaba segura de que Yoongi tenía toda la culpa de las palabras de Chaeyoung, pero lo que no esperaba, era que ella le creyera.

Sabía que algo así podría pasar, pero pensó que tendría la oportunidad de enmendar sus errores.

Pero ahora... sólo podía pensar en el hecho de que Chaeyoung la había expulsado totalmente de su vida, arrancándola de raíz.

—Maldita seas, Suga —Suspiró pesadamente lo más bajo que pudo, bajando la mirada hasta caer en la silueta de Hyojong, quien dormía como un tronco—. Pareciera que no me conocen.

De la forma más ágil y silenciosa que pudo se levantó del sillón, y cuidando que el mayor no despertara de repente se acercó al perchero donde su chaqueta colgaba, metiendo sus manos en sus bolsillos para sacar la pequeña llave con la que abrió las esposas que inmovilizaban sus muñecas.

Metió las esposas y la llave devuelta a la chaqueta para luego tomar ésta y ponérsela con cuidado de no hacer ruido, metió una de sus manos de vuelta al bolsillo más pesado, y con suma lentitud sacó las llaves de la casa del rubio con cuidado de hacerlas tintinear entre sí.

Abrió la puerta y después de salir volvió a cerrarla con llave, soltando una pequeña sonrisa antes de sacar del otro bolsillo las llaves de la camioneta estacionada frente a la casa.

—Lo siento, Dawn. Pero eres un idiota.

[···]

Escondida desde un lugar oscuro y seguro veía a lo lejos el lujoso y para nada disimulado edificio al que se suponía que debía entrar, pero por más que pensara y pensara, no tenía idea de cómo hacerlo.

Habían guardias cubriendo cada entrada posible, y cada uno prácticamente le doblaba el tamaño, en esos momentos realmente odiaba ser una chica tan pequeña y débil a comparación de esas paredes humanas.

Eres inteligente, una buena estrategia es mucho más efectiva que cualquier fuerza bruta.

Intentando mantener las palabras que sus dos mayores le repetían constantemente se dio a la tarea de idear un plan que consiguiera meterla allí sin ser descubierta en el intento.

Un pequeño detalle llamó su atención, y no pudo evitar fruncir el ceño al notar cuando uno de los guardias que resguardaban el frente sacó su móvil de su bolsillo que éste tenía un papel pegado en su reversa con una cierta cifra de números algo larga.

Fue entonces que recordó que su padre había hecho exactamente lo mismo gracias a que nunca podía recordar su número de teléfono, por lo que se apresuró a sacar su celular y anotar los números que veía a duras penas.

Bien... ¿ahora qué?

Venga, Jen. Tú puedes, ¿qué distraería a una panda de hombres cuarentones, asiáticos, lo más seguro solteros y muy probablemente heteros?

Soltó un suspiro decepcionado al dar con la respuesta obvia, y escribió un corto y rápido mensaje a alguien que sabía que le ayudaría sin dudar.

Under the blooming roses - ChaennieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora