[053]

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Coyuntura.

Su corazón golpeaba su pecho al compás en que sus pies caían al suelo en su frenético caminar.

Su moto había dejado de funcionar a mitad de camino gracias a sus impacientes acelerones, y su cerebro estaba funcionando demasiado rápido como para esperar que alguien la remolcara.

Espesas gotas de sudor que resbalaban por su frente caían de su barbilla a su ropa y su respiración se asemejaba a la de un toro salvaje, se veía como si hubiese corrido un maratón completo, aunque en el interior de su cuerpo la adrenalina no le dejaba notar ningún síntoma de agotamiento.

Ya podía verla.

La casa blanca que la familia Park mantenía siempre impecable se alzaba frente a su mirada como un rascacielos, por lo que enseguida sacó su teléfono de su bolsillo y marcó al número que tanto buscaba con su tembloroso pulgar.

¿Diga?

—Sal de tu casa un momento, necesito hablar contigo.

Antes de poder escuchar una respuesta Jennie colgó la llamada y apresuró aún más el paso, secando el sudor de su frente que comenzaba a hacer su vista borrosa con la manga de su chaqueta, su pecho comenzaba a arder, pero estaba segura de que no era gracias al esfuerzo físico.

Y al fin, vio la puerta abrirse, descubriendo la mirada confundida del par de ojos que conocía muy bien.

—¡ERES UN MALDITO, MIN YOONGI!

Ni siquiera Jennie pudo asimilar el tiempo cuando ya había encajado un golpe en la mandíbula de su mayor con toda la propulsión de su brazo, golpe que sólo desató muchos más que a penas y pudo bloquear el pelinegro.

—¡MORIRÁS COMPLETAMENTE SOLO, NADIE IRÁ A TU FUNERAL Y TIRARÁN TU ASQUEROSO CADÁVER AL BASURERO PARA NO OCUPAR EL ESPACIO QUE ALGUIEN SÍ SE MEREZCA!

Los golpes de Jennie comenzaban a perder potencia, lo que los hacía cada vez más lentos, lo suficiente para que Yoongi los esquivara fácilmente, pero como él lo esperaba, ella no se rindió, se lanzó directamente contra él, rodeando su cintura con sus brazos y golpeándole en la boca del estómago con su hombro con la suficiente fuerza para hacerlo caer de lleno al asfalto de la calle.

—¡NADIE TE RECORDARÁ, LOS POCOS QUE LO HAGAN SE SENTIRÁN FELICES DE QUE YA NO EXISTAS EN ESTE MUNDO, Y YO SERÉ UNA DE ELLOS!

Los gritos no tardaron en llamar la atención de todos los vecinos, quienes a penas salieron de sus hogares para descubrir la fuente del escándalo se encontraron con la imagen de Jennie sentada sobre el estómago de Yoongi, dándole un golpe tras otro en el rostro mientras que el otro se esforzaba por bloquear, pero ni siquiera se molestaba en intentar detenerla.

—¡ERES UN MALNACIDO, TUS PADRES TUVIERON TODA LA RAZÓN EN ABANDONARTE! ¡NO HAY NADIE QUE PODRÍA AMARTE, NI UNA SOLA PERSONA EN ESTE MUNDO DARÍA NADA POR TI! ¡TE ODIO! ¡MALDITA SEA, TE ODIO!

La verdad, era que Jennie sí estaba lo suficientemente decidida como para desfigurar el rostro del mayor, y lo hubiera hecho si no fuera porque uno de los vecinos la tomó de la cintura y la obligó a apartarse de Yoongi, dejando a éste reincorporarse, sentándose en el suelo caliente para intentar respirar entre toda la sangre que escurría de su nariz.

—Todo este tiempo pensé que me habías salvado —Murmuró Jennie entre sollozos, mirando al contrario con el odio más profundo que alguna vez había sentido—. Pero la verdad es que preferiría mil veces estar muerta debajo de un puente, pudriéndome en el agua estancada y siendo comida poco a poco por ratas, a volver a encontrarme contigo.

El tiempo se detuvo por unos segundos, solamente lo suficiente para permitir que Jennie levantara la mirada de Yoongi y conectara directamente con la de Chaeyoung.

Su boca estaba tapada completamente por sus manos y sus mejillas estaban ahogadas en lágrimas, sus ojos abiertos de par en par horrorizados.

—Arruinaste toda mi vida, cada cosa que me daba felicidad, me la quitaste sin siquiera avisarme, ya no tengo nada, y todo gracias a ti, y no digas que lo haces porque me amas, porque sé muy bien lo que es el amor, y también sé que una persona tan asquerosa como tú jamás podría sentirlo. No vuelvas a buscarme jamás, Yoongi. Y si lo intentas, yo me haré cargo de matarte, no tengo problema con quitarle el placer a algún policía o a algún gangster al que no le pagaste a tiempo.

Como si nada, Jennie se levantó del suelo, limpiando la sangre en sus nudillos con la tela de su pantalón, y sin más, se dio media vuelta y se fue por el mismo lugar por el que vino.

—¡Jennie!

La nombrada se detuvo al reconocer aquella voz que no había escuchado en meses, tomando una gran bocanada de aire antes de girarse hacia ella.

Chaeyoung le miraba con el desprecio más intenso que alguna vez había percibido en alguien, sus manos cerradas en puños la golpearían sin dudarlo ni un segundo, y el brillo en sus ojos, había desaparecido por completo.

—¡No vuelvas a pisar este lugar en tu vida!

—Como si tuviera intenciones de ello —Bufó con ironía—. No eres tan importante, Chaeyoung. Ya deberías saberlo, el hecho de que no tengas amigos no es sólo porque sí.

Sin que nadie lo esperara, la neozelandesa comenzó a caminar directamente hacia la castaña con la determinación de un sicario, y sólo se detuvo hasta que su rostro estuvo a cinco centímetros del de Jennie.

Ni siquiera ella sabía qué estaba haciendo.

—¿Quieres golpearme, Rosie? —Soltó entre una sonrisa burlona, retándole con la mirada, hasta cierto punto queriendo que realmente lo hiciera—. Adelante, hazlo. Pero no creas que sólo porque tienes una cara bonita no te romperé la nariz.

—Tu madre estaría muy decepcionada de ti.

Cualquier rastro de altanería se borró del rostro de Jennie al instante y fue sustituido con amargura, dando un paso al frente que acabó de cortar la distancia entre el par, rozando los cuerpos que conocían perfectamente, pero que ahora se sentían totalmente ajenos.

—¿Quieres acabar como Yoongi, Roseanne?

—Puedes golpearme hasta que mis facciones desaparezcan, Jennie. Pero eso no quitará el hecho de que te convertiste en un ser humano despreciable que ninguna persona podría mirar con orgullo, mucho menos una madre.

—Chaeyoung... desde lo más profundo de mi corazón —Sin que la neozelandesa pudiera preverlo, las suaves manos de Jennie tomaron el cuello de su pijama con brutalidad, jalándola aún más hacia ella hasta el punto en que sus labios rozaban, Chaeyoung quería empujarla y correr, pero ver sus ojos inyectados en sangre le petrificaron en su lugar—. Jódete, jódete tú y toda tu asquerosa existencia, me arrepiento totalmente de haberte ayudado cuando Lisa intentó violarte, debí haberla dejado hacerlo todas las veces que quisiera, porque es la única forma de amor que mereces. Vuelve a mencionar a mi madre una vez más, Chaeyoung. Una sola vez, y te romperé los dientes con mis puños, ¿me entiendes?

Aterrorizada, Chaeyoung asintió una y otra vez, provocando que las lágrimas acumuladas en sus ojos cayeran a sus mejillas, y entonces, Jennie la soltó, le miró durante unos segundos, y a penas sus ojos se comenzaron a cristalizar se dio la vuelta y se fue, esta vez definitivamente.

Sabían que se destruirían la una a la otra en algún punto, y sólo era cuestión de tiempo para que ese momento llegara.

Under the blooming roses - ChaennieWhere stories live. Discover now