Capitulo 3. The Sound of Lies

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Él no era una entidad que durmiera mucho, con suerte llegaba a dormir algunas pocas horas, tampoco fuera que lo necesitara, pero decían que hacía bien a la piel. Aunque bueno, el dilema de hacer o esperar una llamada fue lo que lo mantuvo en vela durante la noche, así que mejor fue a despejarse y caminar un rato en el parque al que iba con el ángel, tal vez asi se tranquilizaba y volvía a intentarlo de nuevo después del desastre de la noche anterior.

En cuanto se fue acercando al estanque reconoció el dulce olor del ángel, pero no estaba solo, también distinguió uno muy particular, uno aun más empalagoso y molesto, tuvo que acercarse pues no creía en su nariz o no quería hacerlo. Asi que cuando los vió a los dos hablando se quedó a lo lejos detrás de un árbol, un dejo de tristeza se quizo mostrar en el rostro del demonio, específicamente en sus ojos que nadie veía tras las gafas.

Pero rápidamente se compuso y el coraje fue el que lo invadió, el arcángel estaba abrazando a Aziraphael, lo odió como nunca, apretando los dientes se fue de aquel lugar sin más.

Mientras conducía de regreso a su casa, el recuerdo de la salía rápida del ángel tenía más sentido ahora, había ido detrás de Gabriel.- Ese maldito hijo de perra...-

Al llegar sus plantas temblaban más de lo normal, era de esperarse hacía muchos años no estaba tan enojado, y por esa misma razón no había notado que tenía visitas esperando por él.

En cuanto cerró la puerta de su despacho detrás de si una mano fuerte le estrelló contra la pared más cercana asfixiandolo, los lentes se le resbalaron cayendo al suelo.- Hola Crowley.- Lo 'saludó' Hastur, su antiguo y fastidioso compañero, detrás de él su superior.

-Señor Beelzebub...- Tartamudeó como pudo.- Que... honor tenerle aquí...-

-Ssueltalo Hastur.- Le ordenó la líder de las tropas del infierno.

-Que suerte tienes traidor...- Crowley tosió un poco, el agarre había sido de imprevisto.- Si fuera por mi ya te hubiese matado tiempo atrás.-

-Si bueno...ponte al final de la fila.-

-¡Ssilencio!.- Ordenó Beelzebub, los dos demonios hicieron caso.- Afuera Hastur.-

De mala gana el mencionado salió de la habitación dejando a los otros dos solos. Crowley levantó sus anteojos del suelo viendo como ya solo eran otro par inservible.

-El verdadero fin se acerca, esta vez el real.-

-¿Enserio?.- Preguntó el demonio menor.- ¿El joven Adam hará su parte ahora?.-

-No, tú lo harás.-

-¿Yo?.- Sus ojos de serpiente vieron sorprendidos a quien le estaba dando ordenes.

-El ángel ya tiene sus ordenes, va a acabar contigo...-

-Eso es imposible, no puede hacerlo...-

-¿Creías conocerlo?.- Beelzebub lo miraba sin inmutarse algo que solo ponía aún más nervioso y confundido al pelirrojo.- El armagedón ahora se reduce a ustedes dos, y él va a hacer lo que sea para ganar. TÚ mismo lo viste.-

Se quedó en silencio, no era cierto, todo aquello era un engaño, eran mentiras lo que oía. ¿Cómo confiar en quienes le dieron la espalda?, Si antes no lo hacía ahora menos.

-¿Y por qué tengo que hacerlo YO?.- Estaba enojado.- ¿Por qué vienen ahora, un año después a darme ordenes nuevamente?.- Caminaba en dirección al otro ser demoníaco en la habitación.- Creí haber dejado en claro que no quería que me molestaran.-

-Eres un demonio, sigues estando bajo mis ordenes.- Seguía sin inmutarse, Beelzebub sabía perfectamente su posición por encima del resto de demonios y Crowley no era la excepción.- Y te ordeno matar a Aziraphael.-

El pelirrojo se quedó sin habla, al contrario de lo que quería solo pudo agachar la cabeza y aceptar una misión que no quería hacer.- Está bien. Lo haré.-

-No lo arruines.- Salió de ahí dejando a su paso miles de moscas que rápidamente se dirigieron a sus preciadas plantas marchitandolas y matándolas casi al instante.

Solo pudo ver con odio como los dos demonios se iban de su casa, del odio pasó a la tristeza, tantos años que le había dedicado a las plantas para que ahora una maldita las destrozara.

Pero apesar de la perdida de sus plantas su dolor era opacado por la indecisión, él no quería hacerle daño al ángel, por más demonio que fuera no podía.

Un grito frustrado salió de su boca y sin poder controlarse prendió en llamas a lo que quedaba de vegetación en su casa, sin importarle si algo más que quemaba dentro azotó la puerta y fué en busca de una buena botella de vino necesitaba pensar como evitar el nuevo fin del mundo.

Bad TimesWhere stories live. Discover now