Capítulo 4

88 10 16
                                    

– ¿Te gustaría volver a la casa de Carla?– Me pregunto cuando sintió mi respiración más calmada.

No creía que fuera una buena idea volver a la fiesta en este momento. No quería ser el centro de las miradas, porque estaba segura que eso sucedería. Éramos pocos en Mar Azul y nos conocíamos todos y no tenía dudas que todos ya sabían con quién estaba en la playa. Además esta noche, por primera vez en mucho tiempo, quería disfrutar esto tan excitante que me estaba sucediendo.

–No, no quiero volver a la fiesta. Caminemos por la playa–Le pedí. El accedió con una cálida sonrisa.

Caminamos muy juntos, casi pegados, tanto que podía sentir el calor que emanaba de su cuerpo. No podía hablar, ni respirar, ni mucho menos coordinar algo en mi cabeza. Todo parecía estaba fuera de lugar, hasta lo que me hacía sentir. Pero no me lo pensaba cuestionar. Me tomo de la mano y me miro. La piel de sus dedos entrelazados con los míos, me causo una sensación de bienestar increíble. No lo conocía y a su vez me parecía conocerlo muy bien. Busque su rostro y me encontré con una sonrisa. ¿Era para mí? Me gustaría pensar que si. Sabía que esto no estaba nada bien, pero... ¡Hacía tanto tiempo que no me sentía así!

Por mucho tiempo, y hasta hoy inclusive, la vida me había demostrado que quizás el amor no estaba hecho para mí, pero bastó que esos ojos verdes me miraran para saber que estaba viva.

Sin darme cuenta apreté con fuerza sus dedos entre los míos y el llevando mi mano hacia su boca la beso con ternura. Luego me abrazo por mi cintura para seguir caminando, así juntos por la playa.

–María– dijo suspirando– no tengas miedo– Me pidió–No voy a lastimarte–En su rostro pude ver impresa la súplica.

–No, no lo tengo, solo me pregunto si estoy soñando.

–Sé que esto no tenía que ser así. Quería conocerte, que me conocieras... –volvió a suspirar-pero esta noche, cuando te vi llegar y me miraste de esa manera... y luego desapareciste por la terraza, pensé lo peor. Comprendí que era el momento, que no tenía que esperar más. Lo que siento, no puede esperar más.

– ¿Y qué sabes de mí? –me miro con lo que creí era culpa, y fue tan intenso y claro que hasta alcancé ver lo que sentía. Deseo, que esperaba no ser demasiado cobarde para disfrutar. Nos detuvimos y suspirando, me miro.

–Desde que te vi en las fotografías por primera vez, no pude dejar de pensar en vos, me obsesione de tal manera, que le conté a Carla y a Juan lo que me estaba pasando. Pero ellos me dijeron que te habías separado y... que no creían que pudiera tener suerte. ¿Qué se de vos?... creo que nada y todo a la vez... pero lo que veo y me haces sentir me vuelve loco y eso es suficiente para mí.

Cada minuto que pasaba, cada palabra, cada mirada era más difícil de resistir y ya no quería dejar de sentir todo esto que necesitaba vivir otra vez.

–No estaba escapando de vos cuando baje a la playa... estaba escapando de mi misma–Confesé–No sé qué es todo esto, pero me gustas... desde el primer momento que te vi.

Luis se acerco a mi serio, sin dejar de mirar mi rostro. Sabía que me iba a besar y eso me dejo sin sentido, más que el propio contacto. Pero me equivoque, porque el beso fue mucho mejor.

Estaba completamente vencida y entregada a lo que quisiera hacerme sentir.

–Mm... María...–Gimió Luis sobre mis labios–Desde el día que Carla me mostró esas fotos, supe que serías así.

Me separe de el suavemente y lo mire a los ojos.

–No deberías mencionar ese nombre justo ahora-dije seria y el intento no sonreír-Lo que más llama mi atención, es como Carla pudo ocultármelo–La imagen de Carla con su rostro angelical apareció en mi mente– ¿Cómo se pudo guardar todo esto? No me extrañaría que hayas usado tu poder de seducción con ella para lograrlo–Dije tratando de no sonreír.

Mar AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora