Capítulo 2

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Hasta ese momento no me había dado cuenta que esa molestia en mi estomago, no solo era deseo. No habíamos comido mucho la noche anterior y eso lo empezaba a notar, sobre todo porque necesitaba reponer las energías perdidas.

Comencé a preparar café, de la manera que sabía que le gustaba a Esteban, cargado y dulce.

– ¿Que te gustaría desayunar Marie?–Preguntó abriendo la heladera.

No era difícil adivinar lo que desayunaría, pensando en lo maravilloso que había sido toda la noche. Pensando en cada beso, en cada caricia, en cada palabra haciéndome enloquecer. Era todo demasiado intenso para poder ignorarlo.

Cuando salí de mis pensamientos, tenía sus ojos puestos en mí.

–Si seguís mirándome así, vamos a tener problemas–Me anunció sosteniendo la puerta de la heladera.

Sonreí y gire en dirección a la cocina ocultando mi diversión.

–Perdón–Le dije todavía riéndome–Lo que vos quieras para mí está bien– Dije pensando que teniéndolo a mi lado de todas formas me iba a ser muy difícil probar bocado.

Mire por la ventana de la sala todavía dándole la espalda, me concentré en el movimiento de las olas, tratando de apaciguar mi estado de ánimo, totalmente descontrolado. No podía acostumbrarme todavía a esta nueva y extraña manera de relacionarnos, entre nosotros ahora todo era completamente distinto. Escuche todos los ruidos que hacía en la cocina, fui consciente de todos sus movimientos, y más que nada de su presencia. No era la primera vez que estaba a solas con él, y sin embargo lo parecía. En realidad... era mi primera vez en todo.

Me di vuelta, ya más controlada y lo vi poniendo unos alimentos sobre la mesa. Me miro y sonrió.

–Me gustaría saber en que estas pensando Marie. Estas muy callada. No estoy acostumbrado a tu silencio –Dijo acercándose, tomando la cafetera para llevarla a la mesa.

Lo seguí y me senté en el mismo lugar de la noche anterior y el hizo lo mismo.

–Es muy complicado, y creo que ni yo lo puedo saber–Respondí poniéndome seria, mire mis manos que había apoyado sobre la mesa y de pronto me embargo el miedo y la duda otra vez.

–Mm... esto es peor de lo que me había imaginado. Hace unos minutos me miraste como nadie lo había hecho en mi vida... y ahora... ni siquiera podes sostener mi mirada.

–Sabes que no es sencillo todo esto. Disfrute de cada minuto desde que subí a este yate. Lo difícil para mí es comprender lo que me haces sentir.

– ¿Y que es Marie?– Preguntó con la vos ronca y apenas audible por un susurro.

– ¿Es que acaso no me ves, no me sentís... no ves como reacciono cada vez que te acercas?–Dije casi con impaciencia. Tenía las emociones a flor de piel, demasiado sensible hasta el punto de inundar mis ojos de lágrimas.

–Decime amor, ¿Qué es lo que te angustia tanto?–Me preguntó tomándome de la mano.

No, no podía ser. El estaba aún más loco que yo. ¿Es que acaso no lo entendía?

–Esteban–Lo mire casi con exasperación– Hasta hace un poco más de una semana éramos los dos mejores amigos del mundo. ¿Te dice algo eso?– Hice una pausa para comprender el verdadero significado de esas palabras–...y ahora...

–Y... ¿Ahora qué? Pensas que ya no te considero mi amiga por haber...–Se detuvo y lo único que hizo fue mirarme con abatimiento.

No pude más que mirarlo y sonreír.

Mar AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora