Capítulo 3

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"Dispuesta a sacrificar lo que fuera" No solo eran simples palabras sin sentido, era mucho más que eso, y por primera vez en mi vida supe que lo haría.

Mientras caminaba hacia mi casa, después de haber dejado la de Carla, decidí que aceptaría la invitación de Esteban. No sólo la aceptaría porque consideraba que ya había existido demasiado silencio entre los dos, sino porque también lo necesitaba tanto como respirar.

"Como si no nos conociéramos" Tal vez Carla nuevamente tenga razón, no era una locura pensar en olvidarnos del pasado, aunque eso significara olvidar también lo que habíamos sido en el pasado.

Pero de todas maneras, no tenía muchas opciones, porque cuando llegué a mi casa vi el Mercedez Benz negro, que estaba estacionado en mi garaje y una nota que sobresalía del buzón de mi puerta. 

"Te necesito. No acepto un no como respuesta. Te quiero conmigo a pesar de todo, como sea"

Entre a mi casa por unos segundos, no podía contener el impulso de ir lo antes posible a su encuentro. Estar lejos de él era una tortura. Aunque muchas cosas nos separan, prefería mil veces estar con él, peleando, discutiendo, a no poder ver sus ojos o escuchar su voz.

Salí hacia la playa bajando por las escaleras de madera. La noche estaba muy fría. Una ráfaga de viento húmedo atravesó mi cuerpo ni bien había pisado la arena. Me estremecí, pero no pude saber si eran mis nervios, mi ansiedad, mi amor, todo hacía que mi corazón se viera envuelto en una intensa vorágine de sentimientos encontrados. Impulsada por la fuerza de mis emociones, rodeé mi figura con mis brazos y comencé el camino hacia el yate.

A medida que me acercaba, mi corazón palpitaba con cada vez más fuerza, porque el sabía con quién me iba a encontrar.

Había llegado al embarcadero y lo vi en la terraza apoyado en la baranda, mirándome, y fue ahí cuando mi corazón dejó de latir.

Llegué hasta la embarcación y mire hacia la terraza, sus ojos como me tenían acostumbrada me hipnotizaron, pero su expresión era completamente reservada. No necesitamos muchas palabras, sabía todo lo que me quería decir, estaba atormentado, tanto o igual que yo lo estaba.

No espere más, ingresé al yate pisando cubierta, entre a la sala y subí directamente a la sala de control, para luego subir a la terraza.

Estaba completamente sin aliento, pero era por tenerlo frente a mí. Seguía exactamente como lo había visto desde abajo. Sus manos apoyadas en la baranda, mirando el mar.

Me acerqué a él apoyando mi mano sobre su espalda lo que le provocó un leve estremecimiento, lo pude sentir en las yemas de mis dedos. Pero aún así no se movió. Lo abracé por su cintura y apoyé mi rostro en su espalda, en donde pude sentir su corazón furioso.

– ¡Lo siento!–Supliqué– ¿Estás enojado conmigo?

Negó con su cabeza mientras giraba y su rostro quedo tan cerca del mío, que lo único que pude hacer fue temblar con el contacto de su cuerpo. Se fue tan consiente como yo de lo que se producía cuando estábamos juntos y suspiró resignado.

– ¡Así no podemos hablar!–Exclamó tan cerca de mis labios que me besaba mientras me hablaba.

–Entonces... no hablemos–Susurré excitada.

No pude esperar a que me besara, lo hice yo antes de que pudiera pensarlo. Gimió cuando mis labios atraparon los suyos, toda la ansiedad broto de su ser, pude darme cuenta por la manera en que me abrazó presionándome contra su cuerpo.

Fue él el que finalmente tomo el control, porque yo ya lo había perdido. Separó sus labios de los míos para seguir besando mi rostro y mi cuello. Lo hacía con tanta calidez y sensualidad que tensionó cada fibra de mi cuerpo. Me miro extasiado, cada nuevo sentimiento, cada nuevo contacto hacía subir más la temperatura entre los dos. Sus maravillosos ojos grises se fundieron con los míos, tanto que no pude separarme de ellos. Volvió a besarme, suave, breve, pero ese beso no era menos demoledor.

Mar AzulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora