Bajo mi techo // Under my roof [COMPLETA]

Capítulo 38

Kong POV

—¡Mamá!

—¿Qué? ¿Por qué nos interrumpes constantemente?

—No emparejaras a Kong con ningún hombre. Elegible o no.

Debo decir que fue bastante gracioso ver a la madre de P'Arthit regañándolo durante la siguiente hora sobre lo decepcionada que estaba de que su hijo pudiera ser un posible homófobo. De hecho, no pude evitar soltar una carcajada cuando se puso pálido mientras su madre soltaba una diatriba de todo amor, es amor. Ahora bien, si fuera yo, habría aprovechado esta oportunidad para decírselo a ella dado que era muy íntimamente consciente del concepto de amor varonil, pero supongo que realmente no estaba listo para salir con su familia y no estaba en posición para forzarlo.

Por lo menos, eso la llevó a alejarse con seguridad del tema del emparejamiento y pasar a las áreas más interesantes de las historias infantiles de P'Arthit. Las cuales fueron inmensamente más entretenidas. Casi había olvidado que incluso estaba enojado con él cuando pase una buena parte del día con él sonrojándose de vergüenza tratando de que su madre dejara de hablar, mientras ella seguía revelando secretos que no estoy seguro de que él quisiera que supiera. Como que cada vez que se quedaba en la casa de sus padres, todavía dormía con la manta y los peluches de su infancia. O que de niño había atrapado una rana y había tratado de convertirla en su mascota y que incluso trató de llevarla a pasear con una correa. Ahora puedo ver por qué no lleva a sus amigos a conocer a su madre a menudo.

Yo, por otro lado, la adoro absolutamente. Básicamente era una versión más antigua de P'Arthit que no sabía lo que significaba ser tímida. El desayuno paso a ser almuerzo, donde siguió dándome consejos para hornear mientras intentaba hacer un pastel. Y a lo largo de la tarde P'Arthit siguió zumbando a nuestro alrededor, intentando sin éxito detener sus relatos sobre él y sacarnos de su cocina.

—No. No. No está sucediendo. No en este universo. No.

—Oh vamos P'Arthit, será divertido.

—¿Qué diccionario has estado leyendo? ¿Cómo es divertido despertar al amanecer y salir a correr con mis padres? No, nada de lo que digas me convencerá de hacerlo.

—Ok, como quieras P', tía, ¿está bien si voy por mi cuenta? Me levanto muy temprano de todos modos.

—Por supuesto, Kong. De hecho, creo que será más divertido con...

—Bien. Bien. Yo también iré. Pero esto solo una vez.

—No vas a correr solo una vez, Arthit. Se supone que debe hacerse con regularidad. ¿No es así, Kong?

—Por supuesto, tía. Cada día será un poco difícil antes del trabajo, pero los fines de semana suena como una gran idea. ¿Qué dices, P'?

—Te odio. Los odio a los dos. ¿Por qué alguien decide voluntariamente torturarse a sí mismo?

—Porque no siempre seguirás siendo un joven de 20 años capaz de ingerir todos esos alimentos azucarados sin que se muestre en lugares poco halagadores. Y confía en mí, lo digo por experiencia, para tener una vida sexual buena y duradera, adquiere el hábito de arreglarte a partir de ahora.

—¡Mamá! Eso es... simplemente... demasiada información.

—Oh, estoy totalmente de acuerdo, tía. Realmente debería trabajar en mi resistencia también para cuando comience a salir de nuevo.

Afortunadamente, P'Arthit no tenia cerca nada filoso porque me estaba lanzando literalmente unas miradas asesinas tenebrosas mientras le respondía con una sonrisa totalmente inocente. Y ese fue el sabor del día hasta que finalmente nos despedimos de su madre después de la cena. Continué riéndome de sus reacciones demasiado vergonzosas cada vez que lo molestaba por alguna de sus historias de la infancia con las que estaba recién equipado. Al cabo de un rato, incluso su pseudo crujiente exterior se agrietó cuando se unió a mis bromas, explicando algunas de sus aventuras más salvajes. Todavía me estaba riendo de su rana mascota, invitándolo a que me dijera cuál era la historia del cactus, ya que eso era lo único que todavía estaba fuera de los límites, mientras lo seguía a su habitación y me metía en la cama junto a él, listo para desmayarme. Me estaba acomodando cuando él se volvió hacia mí, puso su brazo alrededor de mi cintura y enterró su cara en mi pecho.