Veintiuno

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En primera instancia, Aruma retrocedió varios pasos en dirección al pasillo sin importarle que sus amigos y Cian estuvieran más perplejos y boquiabiertos que ella ante aquella revelación tan espeluznante.

Cuando ella se vino a dar cuenta, ya se hallaba corriendo por las escaleras rumbo a la calle con la vista nublada a causa de las lágrimas.

¿Qué clase de demencia demoníaca era toda esa mierda? ¿Cómo que ella era la primogénita de Lilith? Ya estaba cansada de que su vida se complicaba cada vez más. ¿Por qué no terminaba todo de una buena vez?

Detrás de ella, Cian la seguía como loco, llamándola por su nombre una y otra vez, pero Aruma no se detuvo hasta estar fuera de esa residencia.

Paró en seco en el momento que él la cogió del brazo con fuerza y ella forcejeó sin éxito, y a continuación, Cian la abrazó, negando a soltarla cuando puso resistencia, pero finalmente fue cediendo y dejó que el ángel oscuro que tanto amaba la consolara en silencio.

-Es un error. Una equivocación—le oyó decir, pero su tono era suplicante, como si él se estuviera obligando a creer que era imposible también—me están desafiando, eso sucede. Nada de lo que dijo ese demonio es cierto.

Aruma lo empujó con suavidad y él la quedó mirando con perplejidad.

-Adelántate con Ashton y Tobias—agregó ella con frialdad—quiero quedarme un poco más aquí.

-No voy a dejarte sola—Cian frunció el ceño, dando un paso hacia ella, pero Aruma le puso las manos en el pecho— ¿Qué pasa?

-No, Cian. Vete. Yo estaré con Roth, no te preocupes.

Y justo en ese instante, los demás hicieron acto de presencia, vislumbrando aquel mal sabor de boca.

-Astaroth—lo llamó Aruma con voz queda. Él parpadeó y dio un paso adelante—te quedarás conmigo un momento más, necesito llevar algunas cosas de la farmacia o tienda más cercana de este pueblo.

La perplejidad de los tres jóvenes fue más que evidente. Tobias balbuceó en su inconsciencia mientras Ashton lo sostenía sobre su hombro, como si se tratara de un saco de papas.

Cian incrementó el ceño fruncido de su frente y gruñó. Se notaba que estaba molesto por la actitud de ella, pero no podía contradecirla, ya que sabía que era inútil tratar de arreglar las cosas en ese momento.

-Baker, vámonos. Sujeta bien a Tobias—siseó el ángel oscuro con brusquedad y le envió una mirada severa a Roth, quién se había puesto junto a Aruma—cuídala.

Astaroth asintió sin saber a qué se debía toda esa escena y con ella, observaron cómo los tres se marchaban a través de los increíbles rayos que Cian había llamado con solo levantar su brazo al cielo.

En eso, Aruma se dejó caer en el porche de esa casa y hundió su rostro entre las manos, aguantándose las ganas de golpear algo o alguien. El antiguo duque del infierno se sentó a hacerle compañía a escasos centímetros, pero ella cortó esa pequeña distancia, colocando su cabeza en el hombro de él.

Sintió como Roth se debatía en hablar o continuar en silencio, observando el pueblo arder en llamas y hundirse en su propia destrucción demoníaca.

-No digas nada, solo quédate conmigo—le suplicó al joven demonio.

Este asintió y le rodeó los hombros con el brazo, atrayéndola a su pecho como gesto protector. Ella sollozó, con la sensación de querer desaparecer para siempre del mundo y estar en paz.

Aquellos fueron los veinte minutos mejor utilizados en la vida de Aruma. El silencio, el sonido de sus respiraciones, el aire helado acariciándolos, el crepitar de las llamas consumiendo las casas y la nieve que caía poco a poco hasta derretirse por el calor del fuego.

LATIDO ETERNO© Libro I, Próximamente en FísicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora